El cantautor Benjamin Clementine ha conseguido ganar
un conocido premio en Reino Unido (el Mercury Music Prize al mejor album) por
su primer disco.
Este éxito no llamaría la atención si la historia del
músico no fuera poco habitual.
Pero Clementine es un músico especial y este premio,
así como el éxito de su primer disco, suponen un vuelco radical en su vida.
Hace apenas seis años, Clementine vivía en la calle en
París. Y su infancia tampoco fue fácil.
Estas dificultades se trasladan en la letra de sus
canciones.
El primer tema del disco adapta uno de los discursos
más famosos de Winston Churchill para hablar de la infelicidad de su infancia:
“Nunca en el campo de la afección humana/ se dio tanto a cambio de tan poca
atención”.
Otro de sus temas, “Cornerstone”, contiene esta letra
desoladora. “Estoy solo/ solo en una caja de piedra/ me dijeron que me querían,
pero estaban todos equivocados”.
“Mi música no es para todo el mundo”, le dijo Clementine
a la BBC.
Pero su honestidad cruda ha cautivado a otros grandes
músicos, como Paul McCartney, Charles Aznavour y Bjork.
Nacido en Gana, Clementine se mudó a Londres siendo
niño.
Sus padres, estrictos y religiosos, se divorciaron
cuando él tenía 13 años.
No se habla con ellos, con los que siempre ha tenido
una relación problemática.
El “niño malo”
“Me metí en muchos problemas. Quizás por eso a mis
padres no les gustaba realmente, y no me adapté a mi familia. Siempre fui el
niño malo”.
Fue su hermano mayor, Joseph, quien le ayudó y animó
cuando Benjamin estaba creciendo.
“Mi madre nunca estaba, así que Joseph me enseñó a
respetar a la gente, a ser modesto”.
“Su afición es la lectura y me dio muchos diccionarios
para que los leyera. Me ayudó mucho”.
Acosado en la escuela por ser afeminado, Clementine
dejó el colegio a los 16 y se quedó sin casa, viviendo en el barrio londinense
de Camden en el departamento de un amigo y trabajando como modelo para la marca
Abercrombie and Fitch.
Tras una discusión con su compañero de departamento,
se fue a París en 2009,con solo US$90 y un paquete de espaguetis.
“Me fui con un paquete de espaguetis sin cocinar,
pensando que tendría algún lugar donde cocinarlos”, recuerda.
Tras darse cuenta de lo inocente que había sido, el
entonces adolescente “tiró los espaguetis y empezó a pedir limosna”.
“No tenía donde vivir, en portales, en la calle, en la
nieve en invierno. No sabía el idioma. Tenía que ir sobreviviendo”.
Empezó a tocar en la estación de metro de la Place de
Clichy, sacando lo que podía.
Al principio, cantó sin acompañamiento, aprendiendo a
proyectar su voz por los pasillos y vagones.
Pero en seis meses, había ahorrado lo suficiente para
mudarse a un hostal. Allí aprendió a tocar la guitarra, el piano y la batería,
encontrando poco a poco su vocación como músico.
Clementine pone cuidado en no envolver de romanticismo
este periodo de su vida. “Dormir en la calle, lo hace mucha gente, así que no
voy a suavizarlo”.
Lo que sí admite es que esta experiencia le enseñó
dónde residía su talento.
Esperanza
“En París, cantaba para vivir. Pero la gente empezó a
decir, ‘sigue haciéndolo, tienes una gran voz’ y empecé a tener confianza en mi
voz. Ahí fue cuando empecé a crear mi propia música”.
Esa voz, un barítono intenso, rasgado, es increíble.
Ha sido comparado con Nina Simone, Nat King Cole y su inspirador, Antony
Hegarty.
Fue su voz lo que llamó la atención del que ahora es
su manager en un concierto improvisado en el Festival de Cine de Cannes, en
2012.
Pronto, Clementine estaba grabando un EP y firmando un
contrato para un disco con EMI.
Su álbum debut salió a principios de este año.
El músico le dedicó el premio a las víctimas de los
ataques de París.
Su música se inspira en el estilo francés de la nouvelle
chanson y aporta un buen telón de fondo a sus letras ansiosas,
dolorosas.
Pero aunque Clementine dice que su disco proviene de
“lugares oscuros en mi vida y la de otra gente”, mantiene también que hay “un
poco de esperanza”.
“Creo que cuando la música se canta o se toca, al
final hay algo de gracia y entendimiento”.
“Y eso es todo lo que quiero para la humanidad. Sólo
quiero que nos entendamos entre nosotros. Ese es el objetivo de mi música”.
Por eso dedicó su premio a las víctimas de los ataques
de la semana pasada en París, gente normal que Clementine describe como
“héroes”.
“Los más grandes héroes en la vida son los anónimos”,
dice. “Eso es lo que yo creo. Tus vecinos son héroes. La gente que ves en la
calle dando de comer a un bebé. Esa gente son héroes porque viven en
situaciones difíciles pero aun así quieren salvar una vida.
No podía dedicarle el premio a alguien mejor que a los
héroes que murieron.