Opinión
Por Andrea Tavares*
Hablar de la descomposición social y moral de Venezuela es una constante en los artículos de opinión y en las conversaciones cotidianas de la gente decente, todos los estamentos de la vida pública, sus instituciones, sus procedimientos, sus formas y sus fondos han sido corrompidos y son corruptores de todo lo que tocan, totalmente carentes de ética y principios se designan funcionarios que llegan, no para quedarse, sino para irse con los bolsillos bien llenos, no sólo los propios, sino los de toda su corte familiar con amantes incluidos. Una vez que arrasan con todo a su paso no rinden cuenta de su desastre, no se determinan responsabilidades, no se investigan sus grandes fortunas y, peor aún, son colocados en un nuevo cargo para esconder el desastre de su antecesor debajo de la alfombra y comenzar de nuevo su ciclo de acumulación y enriquecimiento con los reales del pueblo hambriento y desesperanzado.
Los
venezolanos ya ven esto “casi normal”, como se dice ahora, pero en el fondo
saben que no está bien, que de alguna manera eso no puede continuar, así lo
expresaron en las elecciones parlamentarias pasadas. Pero a ese pueblo
venezolano que se expresa contundentemente día a día, rechazando las colas, la
escasez de alimentos, la inflación, la ausencia de medicamentos y el colapso
brutal del sector salud, rechazando la violencia y la muerte, le sale al paso una suerte de inquisición
oficial, un consejo de censura que tiene la misión central de obstruir y
destruir cualquier esperanza de cambio y progreso que el pueblo venezolano
decida emprender, ese es el papel de los magistrados del Tribunal Supremo de
Justicia, que le han dado la espalda a la historia y a un pueblo hundido en la
miseria y la desesperación.
Lo
mismo ocurre con todo el sistema judicial en su conjunto, es una suerte de club
de verdugos, esperando instrucciones de unos jefes políticos para dictar
sentencias en juicios amañados, pero también para absolver a peligrosos
delincuentes que salen a las calles a matar, a robar, a aterrorizar a ese pueblo
indefenso.
Ni
hablar del papel que juegan el Ministerio Público y la Defensoría del Pueblo,
organismos que han perdido hasta el pudor para convertirse en órganos
partidistas, tutelados y monitoreados por unos jefes políticos, por lo demás
divididos y confrontados, habría que ver como surfean órdenes y contraórdenes.
Por
un lado, mientras la impunidad se convierte en catapulta del delito y el
crimen, mientras Venezuela se desangra, mientras tenemos nuestras calles llenas
de delincuentes de alta peligrosidad secuestrando y matando gente decente y
trabajadora que son quienes mantienen todavía este país a flote, mientras las
ejecuciones extrajudiciales y linchamientos están a la orden del día, por otro
lado tenemos nuestras cárceles llenas de presos políticos, dirigentes
estudiantiles, twitteros, amas de casa, líderes que salieron a luchar por lo
que creen, utilizando su legítimo derecho a la protesta y a la libertad de
pensamiento y opinión, este es el retrato de nuestro país y estamos en cuenta
regresiva.
Urge cambiar ese retrato, un país sin justicia es un país en anarquía, en violencia, sin posibilidades de desarrollarse como sociedad. Por todo esto, la activación del Referéndum Revocatorio no es una opción, es una urgencia, un clamor, es la bandera de lucha de una sociedad que se resiste al fratricidio y se sabe poseedora de unas garantías constitucionales que le permiten restablecer el orden a través de distintos mecanismos y ha elegido éste, por ahora, para salvar el país que una cúpula corrupta y fascista ha desmantelado, esa bandera de lucha no le pertenece a un solo sector del país, es una bandera que hoy enarbolan los venezolanos de distintas corrientes de pensamiento y con todos debemos impulsar un Gran Acuerdo Nacional para gobernar, así que abran paso porque el Referéndum Revocatorio es un mandato del poder originario y, como tal, quedó plasmado en la Constitución Nacional, y es ese poder originario quien lo hará posible en los lapsos reglamentarios, así que, en todo el territorio nacional, año 2016, cúmplase y ejecútese.
Urge cambiar ese retrato, un país sin justicia es un país en anarquía, en violencia, sin posibilidades de desarrollarse como sociedad. Por todo esto, la activación del Referéndum Revocatorio no es una opción, es una urgencia, un clamor, es la bandera de lucha de una sociedad que se resiste al fratricidio y se sabe poseedora de unas garantías constitucionales que le permiten restablecer el orden a través de distintos mecanismos y ha elegido éste, por ahora, para salvar el país que una cúpula corrupta y fascista ha desmantelado, esa bandera de lucha no le pertenece a un solo sector del país, es una bandera que hoy enarbolan los venezolanos de distintas corrientes de pensamiento y con todos debemos impulsar un Gran Acuerdo Nacional para gobernar, así que abran paso porque el Referéndum Revocatorio es un mandato del poder originario y, como tal, quedó plasmado en la Constitución Nacional, y es ese poder originario quien lo hará posible en los lapsos reglamentarios, así que, en todo el territorio nacional, año 2016, cúmplase y ejecútese.
*Coordinadora Nacional del Movimiento
Alternativa 1