El Informe Mundial de Ciudades 2016 dibuja un panorama crecientemente desigual y propone las líneas para las próximas décadas
Las ciudades bien planeadas pueden ser la solución a
algunas de las grandes crisis que afronta la humanidad. Inequidad,
cambio climático, informalidad o inseguridad son problemas que no podrán
ser superados sin un planeamiento urbano adecuado, según el Informe Mundial de Ciudades 2016 (WCR2016, por sus siglas en inglés),
que se presentó el pasado miércoles en Nueva York. Entre sus
conclusiones, una es clara: “El modelo de urbanización actual es
insostenible”.(...)
El documento de 260 páginas es el resultado de 20 años de
estudio, los que van desde la segunda a la tercera edición de la
conferencia de ONU Hábitat sobre desarrollo urbano sostenible: Hábitat III,
que se celebrará el próximo octubre en Quito (Ecuador) con el fin de
marcar la agenda del crecimiento en las urbes para las próximas décadas.
La inexorable urbanización del planeta —más de la mitad de
la población mundial vive en ciudades y se estima que en 2030 sean dos
tercios— es a la vez una oportunidad de corregir inequidades y un
riesgo, ya que también puede agravarlas. Todo dependerá de cómo se
afronte este crecimiento: si es como hasta ahora, probablemente la
situación de millones de personas empeorará. Pero si se hacen cambios,
es posible atajar muchos problemas. Una urbanización bien dirigida
“propicia el avance económico y mejora la calidad de vida de todos”,
según el texto.
El reto es enorme, especialmente en las ciudades más
grandes. En las 600 mayores urbes del mundo vive una quinta parte de la
población del planeta y se genera el 60% del Producto Interior Bruto
(PIB) global. En 1995 había 22 grandes ciudades y 14 megaciudades en el
mundo; hoy ambas categorías se han multiplicado por dos. Convertir
especialmente a estas —pero también a otros asentamientos menores— en
lugares sostenibles medioambientalmente, resilientes, socialmente
inclusivos, seguros y económicamente productivos debe ser el objetivo
para los próximos años.
Conseguirlo dependerá, según el informe de ONU Hábitat,
de la importancia que le otorguen las autoridades locales y nacionales
al planeamiento urbano. “Esto requiere un cambio de paradigma: de la
construcción básica de hogares a un acercamiento más holístico que
integre marcos regulatorios, planeamiento urbano y financiero,
reconocimiento de los derechos humanos y la necesidad de poner a las
personas en el centro del crecimiento sostenible”, reza el WCR2106. A
nivel práctico, esto se traducirá en una mayor densificación urbana y
periurbana, ya que el crecimiento poblacional no puede ser directamente
proporcional al de ocupación de suelo: los recursos y las
infraestructuras son mucho más eficientes en las zonas compactas y
pobladas que en las dispersas.
En las 600 ciudades más grandes del mundo vive
una quinta parte de la población del planeta y producen el 60% del
Producto Interior Bruto (PIB) global
Para ello, según Joan Clos, director ejecutivo de ONU
Hábitat, hará falta un doble acercamiento que mejore las zonas ya
existentes y propicie que las nuevas cumplan estándares mínimos de
calidad. El informe señala que es necesario construir 1.000 millones de
viviendas de aquí a 2025 para quienes no tienen una con los requisitos
mínimos de habitabilidad. Esto, calcula, costará entre 9 y 11 billones
de dólares (entre 8 y 10 billones de euros).
El documento acusa a los gobiernos de haber sido
ineficientes en los últimos 20 años, en los que los asentamientos
informales se han disparado sin un marco regulatorio adecuado para
controlarlos. El crecimiento ha sido “caótico y disfuncional” y se ha
ampliado el abismo entre la demanda y el abastecimiento de servicios
básicos. En el lado positivo —aunque han crecido en términos absolutos— la proporción de chabolas se ha reducido en estas dos décadas.
Es sin embargo una victoria pírrica en unas urbes cada vez
más desiguales. El 75% ha incrementado su inequidad y son “demasiadas”
las que han fracasado a la hora de proveer a sus habitantes de un
espacio sostenible para todos. “El fiasco de las políticas urbanísticas
ha sido espectacular y devastador en su impacto a hombres, mujeres y
niños de muchas ciudades. La urbanización pasiva (o espontánea) se ha
probado como insostenible”, añade el informe.
La agenda que se tendrá que perfilar de aquí a octubre debe
“mirar hacia adelante y estar enfocada a resolver problemas con medios
claros de implementación”, según el documento, que recoge las líneas
generales sobre las que se asentará:
- Ha de adoptar una aproximación general de las ciudades con estrategias y acciones concretas, introduciendo mecanismos de financiación claros y formas de monitorización efectivas.
- La implantación de las políticas tiene que estar recogida en planes bien definidos, y no puede variar en función de agendas partidistas ni oportunismos.
- Tendrá que reforzar la relación entre urbanización y desarrollo, con el objetivo de que se conviertan en instrumentos paralelos de crecimiento sostenible.
- Debería establecer enlaces a otros acuerdos globales y agendas y estar claramente conectada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
- Debe introducir cambios transformadores y promover un nuevo modelo de urbanización que sea universal y adaptable a las distintas realidades nacionales.
Además de esto, el WCR2016 incluye cinco principios
irrenunciables: asegurar un nuevo modelo que proteja los derechos
humanos y el cumplimiento de la ley; garantizar un crecimiento
inclusivo; empoderar a la sociedad civil; promover la sostenibilidad
medioambiental y las innovaciones que faciliten el aprendizaje y
compartir el conocimiento.