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01 febrero, 2016

Irak: el horror de un país despedazado


El Mundo

Décadas de horror jalonan la historia reciente de Irak.
En los últimos meses las fosas comunes halladas a lo largo y ancho del país árabe han dibujado una espiral de violencia que no cesa. Junto a las oquedades de cientos de vidas arrancadas por las huestes del autodenominado Estado Islámico, los forenses se han topado con fosas que cobijan a las víctimas de la represión que el régimen de Sadam Husein aplicó contra la población chií con el trasfondo la guerra del Golfo, de cuyo inicio se cumplieron 25 años.


La operación Tormenta del Desierto, liderada por Estados Unidos y armada por una amplia coalición internacional, arrojó plomo durante 42 días hasta lograr que el entonces poderoso ejército iraquí se retirara de Kuwait, invadido el verano anterior. La incursión terrestre de la alianza internacional terminó por desbaratar a las tropas de Sadam, que protagonizaron deserciones en masa.

Bagdad se rindió el 28 de febrero. La contienda se cobró la vida de 378 uniformados en el bando aliado y entre 25.000 y 30.000 muertos en las trincheras iraquíes. La posterior invasión estadounidense de 2003 hundió al país en una perpetua violencia sectaria que, según un informe publicado ayer por Naciones Unidas, sigue pulverizando los registros.

Las fosas levantan acta del infierno iraquí. El pasado junio el Gobierno halló al este de Basora, en el sur del país, una sepultura horadada en la tierra con 377 cuerpos, entre ellos mujeres y niños, asesinados por los adláteres de Sadam. El suceso es una de las cientos de tropelías reunidas en el documento elaborado por el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos y la misión de la ONU en territorio iraquí. "Este informe pone al descubierto el sufrimiento permanente de los civiles en Irak e ilustra con toda crudeza aquello de lo que escapan los refugiados cuando emprenden la huida hacia Europa y otras regiones", reconoció ayer el Alto Comisionado Zeid Raad al Hussein.

En medio centenar de páginas, el inventario detalla los crímenes contra la población civil cometidos por el IS (Estado Islámico, por sus siglas en inglés) y el resto de actores en liza, entre los que figuran las fuerzas de seguridad iraquíes, las milicias chiíes o los peshmerga (el ejército de facto de la región autónoma del Kurdistán). Desde principios del pasado mayo hasta finales de octubre, los ataques segaron la vida de 3.855 civiles. Otros 7.056 resultaron heridos. No obstante, el informe alerta de que la cifra real "puede ser mucho más alta de la documentada".

La violencia sectaria ha dejado, además, más de 3,2 millones de desplazados internos. Y realidades tan dramáticas como las que padecen los alrededor de 3.500 esclavos que mantiene en su poder el Estado Islámico, en su mayoría, mujeres y niños de la minoría yazidí -seguidores de una fe vinculada al zoroastrismo a los que los barbudos consideran "adoradores del diablo"-. Convertidos en botín de guerra, son vendidos al mejor postor y sufren repetidos asaltos sexuales. Así, el informe desvela que la organización yihadista asesinó en agosto a una veintena de mujeres que se negaron a mantener relaciones sexuales con sus combatientes en Mosul, la segunda ciudad iraquí capturada por el grupo en junio de 2014. Dos meses antes, varias esclavas fueron entregadas como premio a los tres ganadores de una competición local de memorización del Corán.

Los menores de edad también se hallan en la diana. En junio el IS raptó a entre 800 y 900 niños en Mosul para adiestrarlos y convertirlos en cadetes de la organización. "Los menores fueron divididos en dos grupos: quienes tenían entre cinco y 10 años fueron trasladados a un campamento de educación religiosa mientras que los que contaban con entre 10 y 15 años fueron obligados a recibir entrenamiento militar", señala un documento en el que se cuentan con detalle las atroces ejecuciones públicas firmadas por el IS contra quienes no comulgan con su salvaje ideario.
Lejos de hallar amparo, la población que trata de poner tierra de por medio con la violencia se ha encontrado con las restricciones de movimiento dictadas por Bagdad e incluso -alcanzada una zona segura- han sufrido arrestos arbitrarios y amenazas.