El día que se
conocieron Joaquín Sabina y Arturo Pérez Reverte .
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Dos de los creadores más
irreverentes del panorama dan cuerda a sus entusiasmos, asombros y desafectos
en todo lo que les sale al paso: cultura, educación o política. Una
conversación cómplice entre risas, tabaco y libros. Difícil de repetir
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ANTONIO LUCAS
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Madrid
Se tenían ganas. Nunca
antes se habían sentado a hablar. Están al
tanto el uno del otro, a lo lejos, desde los años 80, cuando aún eran potros de
pantalón estrecho que estrenaban una forma rabiosa de caminar. Arturo
Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) saltaba socavones de obús en las guerras y
Joaquín Sabina (Úbeda, 1949) hacía unos solos primorosos de kazoo en sótanos
oscuros y sin reputación. Uno emitía cada noche un parte dramático en el
Telediario y el otro un inventario de risas y excesos en cualquier galpón. Resistieron
intemperies. Traiciones. Desengaños. Hoy aguantan
los jirones de la edad y mantienen la yugular llena de sangre.(...)
Son dos palabrones vacunados con
una trivalente de ideas propias. Viven ajenos al tintineo de tanto falso
delicado con cuello de piqué. Hablan directamente, dejando todo dispuesto para
una barricada. La palabra no se les encasquilla fácilmente. Si disparan, dan. La cita
es en casa de Sabina, un mediodía con seis gatos, seis
balcones, seis vasos de tequila y una hora por hacer. El músico anda con faja
por una cirugía y muchos días de hospital. Estrena libro de dibujos publicado
por Artika en edición limitada de 4.900
ejemplares, todos firmados a mano y con precio fuerte: 2.100 euros por pieza. El
escritor, por su parte, anda enredado en otra novela. Ambos mantienen ese punto
corsario donde la juventud les permanece.
"Hasta ahora sólo nos habíamos
saludado una vez, en el Café Gijón, y me acuerdo bien de aquel día porque me
llamaste Joaquinillo, como si nos conociéramos de toda
la vida". Así arranca este encuentro inflamable. "Es que a ti siempre
se te conoce de toda la vida. Yo te recuerdo desde los días en La Mandrágora. Aquel
era un Madrid hermoso, el de la Transición y la Movida.
Todo el mundo quería divertirse y hasta las peleas acababan bien".
Alrededor, libros. El traje de
purísima y oro que a Sabina le regaló José Tomás. Fotografías. Cuadros.
Vírgenes que cuelgan. Diablos diminutos alrededor de un espejo como un torcido
santoral. "Aunque parezca una babosería, uno es
amigo de aquel del que ha leído al menos 10 libros. Y yo he
leído al menos 10 libros de Pérez-Reverte". La conversación echa a andar
en todas direcciones: los amigos, la lealtad, el Siglo de las Luces, la
política, los libros, Javier Krahe, la dignidad, el Chapo Guzmán... El sol
entra con fuerza de abriles por el ventano invernal. Charlan de toda la vida
sin haberlo hecho jamás. Dos
cuates explorándose a tragos lentos y como
sentados en el Salón Tenampa, México, Distrito Federal. Pero esto es Tirso de
Molina. Un escritor. Un músico. Dos tipos cimarrones sin otro reglamento que el
entusiasmo de dudar.
Arturo Pérez-Reverte:Aunque la
vida te va quitando palabras rimbombantes, uno debe luchar porque
"dignidad" y "lealtad" sean conceptos que estén de nuestro
lado. Aunque cada vez sea más difícil mantenerlos.
Joaquín Sabina: Estoy de
acuerdo, hay que preservarlos incluso hasta llegar casi a códigos mafiosos. Por
mi amigo, lo que sea: con razón o sin ella. Antes hablábamos del caso de Krahe
y mío, pero resulta sorprendente la amistad que habéis forjado Javier Marías y
tú.
Pérez-Reverte: Es una
amistad muy depurada porque está hecha también de silencios.
Sabina: Oye, ¿y por
qué le regalas armas?
Pérez-Reverte: Hay algo de
provocación. Javier es un tipo tan educado, tan pacífico y civilizado que nos
divierte ese gesto gamberro... Pero si hoy estoy aquí también es por una cierta
lealtad, la de haber compartido contigo algunas de las guerras en las que he
estado.
Sabina: ¡No jodas!
Pérez-Reverte: Pues sí. En
más de una. Recuerdo, por ejemplo, los días en Sarajevo, cuando teníamos que
cruzar con el coche por la Sniper Alley, la Avenida de los Francotiradores. El
cámara José Luis Márquez siempre tenía el mismo ritual, subía la música al
máximo del volumen para no escuchar el ruido de las balas o los morteros. Y lo
que poníamos en el cassette eran tus canciones.
Política
P.- ¿Qué os
sugiere este desconcierto político en España?
Sabina: A mí lo que
me asombra es el proceso de selección de líderes que tenemos. Los que llegan
más alto son los del Don Ángel Siseñor (aquella viñeta del gran Manuel
Vázquez). El que no tiene esa pasta mala, a mitad de camino se le hinchan los
huevos y se va... El espectáculo actual es tremendo. A mí Mariano Rajoy no me
cae mal, pero pertenece a un partido con modales de banda mafiosa. Entre unos y
otros han dejado pasar más de 50 días sin hacer nada mientras se desinfla el
ánimo de la gente... Estoy bastante endemoniado con nuestros políticos
habituales. Y respecto a los emergentes, me acojo a lo que ya he dicho en
alguna ocasión: a mí de Podemos lo que me interesan son sus votantes no sus
líderes.
Pérez-Reverte: Yo soy muy
pesimista. Quizá sea la edad o que no tengo ganas de turbulencias. Mi pesimismo
es de orden moral, pero es que cuando lees nuestra Historia no puedes ser de
otro modo. Han vuelto con fuerza las dos Españas. Tu música contribuyó (junto a
la de otros) a que esa linde se borrase durante algún tiempo, pero hemos vuelto
al rencor. Este país se ha desabinizado.
Sabina: El clima es
feo y oscuro. Todo parece sometido al mismo patrón. El PP está tan uniformado
como Podemos.
Pérez-Reverte: Eso responde
a la necesidad elemental del español de etiquetar. A falta de solidez y
cultura, el ser humano tira de etiquetas. En este país estamos seguros de que
si estás aquí no puedes estar allá. Que si te gustan los toros eres de
derechas. Que si eres ecologista, de izquierdas. Eso nos lleva a lugares muy
peligrosos.
Sabina: Lo que a uno
le gusta de los escritores o articulistas peleones es que digan lo que uno no
se atreve a decir aunque lo piense. Me gusta esa teoría tuya de que todo empezó
a ir mal cuando perdimos la Guerra de la Independencia porque elegimos estar
del lado malo combatiendo la Ilustración. Esa derrota se nos nota. Seguimos sin
Ilustración, tenemos uno de los mayores índices de fracaso escolar de Europa y
es atroz ver en los programas de Telecinco a algunos jóvenes haciendo alarde de
mediocridad y de todo lo que ignoran.
Pérez-Reverte: España perdió
dos ocasiones históricas vitales. La primera fue nuestra posición en el
Concilio de Trento, donde apostamos por un dios oscuro, reaccionario, siniestro
y triste. El otro momento, la Guerra de la Independencia. En vez de atacar el
régimen podrido y la monarquía analfabeta de Fernando VII nos pusimos a
combatir a los que traían la Ilustración, a los que apostaban por las luces.
Eso nos descolgó históricamente de Europa. Si nos hubieran invadido los
franceses y hubieran pasado aquí 20 años haciendo una buena purga nos iría
mejor. De ahí la certeza de que en España faltó una guillotina.
Sabina: Lo sé, pero
no me atrevía a preguntártelo.
Pérez-Reverte: El problema
es que aquí la gente cambia de bando con una facilidad pasmosa, por eso la
guillotina (simbólicamente, claro) habría sido quizá menos eficaz.
Sabina: A mí, a
cuenta de la Ilustración y el fracaso escolar, me emociona mucho la historia de
los maestros de la Segunda República, los que estuvieron del lado de la
Institución Libre de Enseñanza y las Misiones Pedagógicas. Y cómo en la guerra
y la postguerra los franquistas depuraron a casi todos aquellos hombres y
mujeres. O los obligaron al exilio. Estos que vienen ahora a cambiar España
deberían estudiar esa época. Es maravilloso ir a México, Argentina o Uruguay y
que te cuenten con orgullo que a ellos les daba clases fulano de tal, que era
un exiliado español que aquí fue despreciado.
Pérez-Reverte: La Guerra
Civil fue un ajuste de cuentas salvaje.
Sabina: ¿Y por qué lo
primero que hicieron algunos fue quemar conventos y disparar al crucifijo?
Pérez-Reverte: Por
incultura. Aunque la Iglesia, con su vocación de dirigir la vida de los demás
desde los confesionarios y los púlpitos, tuvo mucha culpa del odio que provocó.
De ahí que cuando todo estalló la gente, ofendida, fuera a buscarlos.
Sabina se levanta. Alcanza el
ejemplar del Ulises de Joyce.
Pide más tequila. Pide más cigarros y los trae Jimena. Pérez-Reverte acaricia
la primera edición. 1922. Pasa el dedo por la dedicatoria que Joyce hace a
Cyprian Beach, hermano de su editora, Sylvia, ángel de la Generación Perdida y
hada de la librería Shakespeare & Company de París. Terminado el viaje de
novios por la geografía del libro, regresan a lo suyo entre risotadas. "¿Y
tú y yo por qué no nos hemos conocido antes, carajo?", exclama Sabina.
Pero alguien dijo Cataluña y se pusieron serios.
Cataluña
Pérez-Reverte: Como soy
jacobino, ese tema lo habría solucionado en el siglo XVIII.
Sabina: Me adhiero a
la propuesta de mi compañero.
Pérez-Reverte: Bromas
aparte, pensemos que la Revolución Francesa hizo una Francia jacobina y con
futuro mientras que nosotros nos quedamos anclados en los viejos fueros
medievales. Todos esos resabios hacen que ahora estemos pagando el precio de
una Historia deformada y no resuelta.
Sabina: Yo, que llevo
en mis venas gotas de sangre jacobina, recurriré en este caso a la tradición
histórica de la izquierda: ¡Vayamos al internacionalismo! Regresar al
aldeanismo identitario no tiene sentido, así que no siento ningún respeto por
el asunto catalán.
Cultura
P.- La cultura ha
estado desde entonces casi siempre bajo sospecha.
Sabina: En los
últimos cuatro años se ha desatado un odio feroz por la cultura alentado por el
PP. Lo del incremento del IVA es increíble. Cuando lo cuentas por ahí alucinan.
Y que no sepa esta gente que acudir a un teatro, a un estreno de cine o a un
concierto les favorece incluso en votos... ¡Si hasta propagaron la idea de que
los artistas que llaman "de la ceja" fuimos los que trajimos a
Zapatero y dimos un presunto golpe de Estado! Estamos en manos de esos
cerriles.
Pérez-Reverte: ¿Sabes que Rajoy
no ha pasado por la Real Academia Española en cuatro años de presidente del
Gobierno? Mucha foto con el Marca, en
bicicleta o con los del deporte, pero ni una visita a la RAE. Este Gobierno ha
desarrollado una ofensiva implacable contra la cultura. El desprecio y la
agresión ha sido permanente. Sé de algunos a los que les han arruinado la vida.
Sabina: No nos pueden
ver... Pero tampoco nos valen aquellas bodeguillas en las que se llevaba a
cuatro escritores o artistas áulicos para contarles chistes y hacer con ellos
un flamenquito. Miren a otros países. Miren por ejemplo cómo está Inglaterra
celebrando a Shakespeare. ¡Y aquí pasamos de Cervantes! ¿Dónde está el
Ministerio de Cultura? Es vergonzoso.
Academia
P.- Pérez-Reverte
dijo en alguna ocasión que Sabina debería ingresar en la RAE...
Pérez-Reverte: Y lo sigo
creyendo. Algunos académicos llevamos tiempo con la idea de proponer a Sabina
para uno de los sillones vacantes.
JOSÉ
AYMÁ
Sabina: Eso me da un
pudor grande. Tanto que no se lo voy a contar a mis amigos.
Pérez-Reverte: Creo que
sería una buena aportación a la RAE porque tus textos y canciones han unido a
varias generaciones y definen este país desde muchos frentes. Das música y
letra a esa época magnífica que son los años 80 y 90 del siglo XX. Sólo por eso
ya tienes méritos.
Sabina: Pues por
devolverte el piropo quiero decir que desde que tú entraste en ese caserón
subió contigo algo de la calle y un aire muy iconoclasta que la Academia
necesitaba. Pero una cosa más quiero decir: cuando le den a Bob Dylan el Premio
Nobel, que está al caer, yo pelearé (ahora que te conozco) para que el primero
en entrar en la Academia sea mi compadre Joan Manuel Serrat, porque es muy
vengativo y si entro yo en vez de él es capaz de pegarme dos tiros. Si me
permites la falsa modestia, yo estoy por Serrat.
Literatura
P.- ¿De qué os ha
salvado la literatura?
Sabina: Me voy a
poner borgeano. A mí lo que
me ha salvado son los libros que he leído.
Pérez-Reverte: La lucidez es
muy amarga a palo seco, así que los libros ayudan como analgésico. Permiten
soportar el dolor de las certezas que uno va teniendo. O alivia las ausencias
que uno tiene.
Sabina: Con los
libros río a carcajadas o lloro como una peluquera de extrarradio. Me acompañan
y me aclaran las cosas que pienso. Con ellos puedes vivir en la antigua Roma,
en la antigua Grecia y también en Sarajevo. Además de que es maravilloso
discutir con esos escritores que amas pero con los que no estás de acuerdo. A
mí me pasa, por ejemplo, con Fernando Savater... Y además de todo eso, me
gustan mucho los grandes malos poetas.
En este momento recitan al alimón
a Gabriel y Galán, que es un poeta lo suficientemente menor como para no entrar
en discusiones. Han alcanzado el punto exacto de ebullición. Lanzan un bello
discurso desmarrado sobre los artistas menores y...
Pérez-Reverte: ¿Hay algún
poeta que envejezca contigo?
Sabina: César Vallejo
y Luis Cernuda. Todos los días recuerdo algunos versos suyos... Oye, por
cierto, desde que ando más con escritores que con músicos he observado que los
rencores y envidias entre vosotros son infinitos y cainitas...
Pérez-Reverte: Sospecho que
tiene que ver con la vanidad. El músico necesita buena voz o mucho talento. Y
si se dan las dos cosas, mejor. Pero en literatura cualquiera puede llamarse
escritor.
Sabina: En música
también, mira mi caso.
Pérez-Reverte: Bueno, tu voz
ha sido siempre espantosa pero tu talento está fuera de duda. Tú has sabido
hacer de tu falta de voz una marca. En eso me recuerdas a Vila-Matas, que ha
hecho de su fracaso como novelista un género literario.
Sabina: Es que tú
sabes muy bien que el estilo nace de los límites. Si en El Corte Inglés
vendieran la voz de Sinatra habría madrugado por comprarme una... Pero
estábamos hablando de los novelistas. Te voy a hacer un encargo, a ver si me lo
cumples: corregid esos odios y quereos como hermanos.
Chapo Guzmán
Toda conversación tiende al caos.
A esta hora la charla gira ya muy loca y sin brida. Los gatos escuchan. Los
seis gatos de Sabina como un ejército de pelo largo. En un quiebro inesperado,
el músico le pide datos a Pérez-Reverte. Datos del Chapo Guzmán. Hace un minuto
estaban hablando de unos viejos ejemplares del Quijote.
Sabina: Por cierto,
tú sabes que, como a ti, también me gusta mucho México. Y quiero hacer,
cogiéndomela con papel de fumar, un corrido del Chapo Guzmán a la manera de los
Tigres del Norte. Tú reflejaste muy bien ese mundo en La
reina del sur. ¡Y conociste Kate del Castillo!
Cuéntame cosas de ella. Cuéntame.
Pérez-Reverte: Me sorprende,
con lo mexicano que eres de corazón, que no hayas hecho todavía un corrido...
La historia del Chapo tiene fuerza. Y sí, conocí a Kate del Castillo. Sospecho
que asumió tanto el personaje de La
reina del surque le quedó una curiosidad personal muy
intensa por el mundo del narco. Eso hizo que la relación con el Chapo pudiese
ser. Pero creo que fue un error. Hay una suerte de abducción de ese mundo y de
esas figuras. Yo lo entiendo, porque desde fuera desprende una cierta
fascinación. Aunque ese mundo de códigos fuertes que algún día fue real ya no
existe desde que cazaron a los grandes jefes y empezó a subir toda la basura
intermedia: asesinos y sicarios, tipos codiciosos y sin escrúpulo alguno.
Sabina: Pues me
tienes que ayudar con esa canción. Tengo ganas de contar México a través del
Chapo, pero no quiero que me peguen dos tiros.
La edad
P.- ¿La edad os
da más desengaño, más escepticismo o más cinismo?
Sabina: Con la edad
me hago menos cínico. Las cosas me afectan más. Estoy más desengañado. Más pesimista.
Tengo dos hijas y soy consciente de que pertenecen a una generación que por
primera vez va a vivir peor que sus padres, con peores escuelas, peores
hospitales y menos esperanzas de trabajo. Hasta que tuve hijas me importaba un
carajo la capa de ozono o el aumento de los mares. Y ahora, ya ves, todo eso me
importa.
Pérez-Reverte: Por ahí te
pilla la vida. La cornada viene cuando tienes hijos, porque te hacen
vulnerable. Cuando nació mi hija comencé a encontrar su cara reflejada en las
de los críos que veía en las guerras, a preocuparme por el futuro y esas cosas.
Si no tuviera una hija saldría por las mañanas al balcón a reírme de todo y a
escupir a uno de cada 10 que pasaran por la acera...
Sabina: ¿A uno de
cada 10? Te quedas corto...
Pérez-Reverte: Quise ser
correcto... Pero es que yo no había tenido miedo nunca hasta que vi a mi hija
en su cuna y empecé a temer a la enfermedad, a la muerte, al futuro... Una cosa
que quería preguntarte, según la edad va quitándote cosas, ¿qué es lo que más
desprecias? Yo, la estupidez. Más incluso que la maldad.
Sabina: Pues mira, no
soporto el sectarismo ni a los que están seguros de todo. Y también desprecio
con toda mi alma la autoestima. Está haciendo un gran daño. A esos que van por
ahí diciendo: "Tú tienes que ser tú" o "Yo soy como soy".
De esa gente hay que huir.
Pérez-Reverte: El problema
de todo eso está en la educación. Nuestra derrota es el déficit educacional.
Que en España no haya un gran pacto educativo es letal. Aquí confundimos
educación con adoctrinamiento. La gran enfermedad española, además del rencor y
la vileza, es la incapacidad de crear una generación educativamente firme.
P.- Sois los dos
muy españoles, sobre todo discutiendo.
Sabina: Este más, que
en su literatura refleja el ADN de ser español. El rencor y el odio
españolísimo está, de un modo u otro, en todos sus libros. Quizá por eso es el
tío que mejor se cabrea de España.
Pérez-Reverte: Es que
tenemos la mejor lengua para combatir, para pelear dialécticamente. La más
abierta, la más rica y la más libre.
Sabina: Esa libertad
que le deseo al lenguaje no llega sin embargo a los tuits de Zapata. ¿No tenían
a gente mejor y más preparada para poner de concejales en Madrid?
Pérez-Reverte: La imagen que
hemos dado de Madrid es patética. ¡Pero que esto es Madrid, carajo! La potencia
cultural y de vida que tiene esta ciudad es increíble, pero tenemos a un puñado
de chapuceros al frente del barco.
Sabina: Totalmente...
Oye, y una cosa antes de que nos vayamos: ¿Por qué no nos hemos conocido tú y
yo 20 años antes?