Opinión
Por Pedro Pablo Fernández
Diputado a la AN
@PedroPabloFR
Si la pobreza es el resultado de las políticas, entonces lo que tenemos que hacer es cambiarlas. El ESM combina la capacidad que tiene el mercado, con la iniciativa privada, para generar riqueza.
Es un escándalo la desigualdad que existe hoy en el mundo. Por fortuna, este problema cada día despierta mayor atención y las Naciones Unidas (ONU) han convertido el objetivo de superar la pobreza en la prioridad.
Angus Deaton
acaba de ganar el Premio Nobel de Economía en reconocimiento a una
interesante investigación donde propone nuevos paradigmas para medir y
dar respuesta a la reducción de la pobreza y a la desigualdad económica.
Dice este premio Nobel que en
el mundo existen Mil Millones de personas viviendo en situación de
pobreza extrema. Durante su participación en el Foro Mundial de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) señaló
que la desigualdad es el principal freno de la prosperidad y el
desarrollo y alertó sobre las graves consecuencias de su crecimiento en
todos los países.
Lo que más quiero
destacar de lo que dice el señor Deaton es que la desigualdad es el
resultado de políticas erróneas y la resistencia a corregirlas: “Hemos
observado que los países con estructuras económicas similares tienen
diferentes grados de desigualdad. Si esta fuera resultado de las leyes
de la naturaleza no podríamos hacer nada, pero la desigualdad que
tenemos en nuestra sociedad es la consecuencia de las políticas que
hacemos”.
Si la pobreza es el resultado de las políticas, entonces lo que tenemos que hacer es cambiarlas.
El populismo, el Estado
hipertrofiado dueño de todo, el paternalismo y el intervencionismo
exagerado siempre han sido factores multiplicadores de pobreza. Para eso
basta revisar la suerte de la Unión Soviética, la hambruna de la China
de Mao y el desplome de Alemania Oriental.
La alternativa de
un sistema económico sin ninguna intervención estatal, basado
exclusivamente en la propiedad privada y en el libre mercado, como
mecanismo para asignar recursos y crear riqueza, tampoco es la solución
porque genera desigualdades, deteriora el medio ambiente e incentiva el
consumismo y el despilfarro por las demandas artificiales creadas a
través de la publicidad.
Bernie Sanders,
candidato en las primarias del Partido Demócrata en los Estados Unidos,
viene generando un interés impresionante con un discurso afincado en la
preocupación por el problema de la desigualdad en ese país. En el último
debate de los candidatos demócratas dijo que la clase media viene
desapareciendo porque los trabajadores cada vez trabajan más por menores
salarios y que la riqueza adicional que se está produciendo está yendo a
parar al 1% de la población que tiene más dinero.
El modelo que ha demostrado mayor éxito, en materia de generación
de riqueza y equidad al mismo tiempo, es el sistema de Economía Social
de Mercado (ESM) que ha imperado fundamentalmente en Europa.
El sistema busca combinar la capacidad que tiene el mercado, con la
iniciativa privada, para generar riqueza y asignar recursos de manera
eficiente, con la necesidad de proveer las condiciones institucionales,
éticas y sociales para que sea eficiente y equitativa.
La ESM no es una tesis económica, representa una visión integral para resolver los problemas del desarrollo que no solo promueve la libertad individual sino también, y en mayor medida, la dignidad humana.
La ESM no es una tesis económica, representa una visión integral para resolver los problemas del desarrollo que no solo promueve la libertad individual sino también, y en mayor medida, la dignidad humana.
Ldwing Erhard, ministro de Economía de Konrad Adenauer, fue el que
desarrolló este concepto y el primer responsable del milagro alemán.
Luego de la II Guerra Mundial y de la destrucción de Europa fueron
Adenauer, junto con Schumann en Francia y Alcide de Gásperi en Italia,
los responsables de su reconstrucción a partir del modelo de ESM.
Se dieron los resultados de una encuesta hecha por el Foro
Económico Mundial en la cual se determinaba el nivel de felicidad de las
personas en distintos países. Entre los 10 que la gente manifestaba
mayor felicidad no estaban los más ricos, sino más bien los que mejor
distribuyen la riqueza, explicado desde PIB per cápita y la distribución
de riqueza, la protección social y libertad para tomar decisiones. Los
suizos encabezan la lista, seguidos de cerca por Canadá, Holanda, Nueva
Zelanda y Australia.
Alguno dirá que
no somos suizos. Yo, apoyándome en el Nobel de Economía, contesto: la
desigualdad no es el resultado de la naturaleza sino de un modelo
rentista que venimos desarrollando desde hace mucho tiempo. ¿Si tenemos
los ejemplos exitosos porque no los copiamos?