Los planteos para la Cumbre sobre el Cambio Climático
Una de las particularidades del proceso boliviano es la relación que establece en sus políticas con “la Madre Tierra”. Por eso es tan escuchada la voz de Evo Morales de cara a la Cumbre sobre el Cambio Climático, que se concretará en París a fines de este mes.
Por Eduardo Febbro / Pagina 12 - Argentina .
Desde París
A fines de noviembre París será escenario de la Cumbre sobre el
Cambio Climático (COP 21) y, en ese contexto, la voz del presidente
boliviano es una aliada de peso para la presidencia francesa. En la COP
21 habrá que llegar a un todavía improbable acuerdo para reducir, de
aquí a 2030, los gases de efecto invernadero que provocan el destructivo
calentamiento global. El problema mayor reside en que Occidente exige
un esfuerzo considerable a los países en desarrollo, que no tienen la
responsabilidad central en la emisión de gases contaminantes. Y allí
está uno de los principales antagonismos de la cita parisina. Los
tiempos de unos y otros son incompatibles. Pese a las esperanzas y a los
buenos deseos, el clima divide a ricos y menos ricos.(...)
–París estará, en pocas semanas, en el centro del debate para salvar al planeta del calentamiento global. La última gran cumbre sobre el clima, celebrada en Copenhague en 2009, fracasó estruendosamente. ¿Cree usted que en París se dará un salto cualitativo en la protección del medio ambiente?
–En los pueblos y los movimientos sociales del mundo hay mucha
conciencia y mucho compromiso, también hay mucho esfuerzo y sacrificio
por la madre tierra, por la vida y la humanidad. Esperamos que este
sentimiento y pensamiento profundo de los pueblos del mundo sean
escuchados por los gobiernos y los representantes de cada Estado.
Después de tantos fracasos y gracias al debate sobre el desarrollo
sostenible 2030 que tuvo lugar en el seno de las Naciones Unidas
conseguimos entender que esta es la única oportunidad. Es el mejor
momento para que los gobiernos y los pueblos del mundo coincidamos.
Esperamos que los representantes de las naciones tomen decisiones para
el bien de la vida y la humanidad.
–De todas formas, hay una pugna muy fuerte dentro del capitalismo entre las industrias que siguen explotando las energías fósiles y las otras, que pugnan por desarrollar energías renovables. Los grandes bancos del mundo invierten más en lo primero que en lo segundo. ¿Estos sectores no pueden acaso doblegar la voluntad política?
–Al margen del enfrentamiento entre las empresas privadas que son
expertas en explotar las energías fósiles y otros empresarios que tal
vez tienen más conciencia en la energía limpia, es importante que
quienes promueven esa energía limpia vayan desarrollándose. Y esto sin
las muchas protecciones económicas de otras empresas que están
explotando las energías fósiles. Quiero decir que con Alemania y Francia
estamos avanzando, como Estados y seguramente con la participación del
sector privado, en el campo de la energía eólica y la energía solar. Con
Alemania hemos adelantado instalar una ensambladora de sistemas
eólicos, y no solamente para Bolivia sino para Sudamérica. Sería muy
bueno que Bolivia fuera el corazón de toda Sudamérica. Igualmente, está
el tema de la energía solar y todos los demás cambios profundos que se
están dando en el uso del combustible: trenes eléctricos, autos
hidráulicos, por ejemplo. Si la energía limpia es una solución más
barata automáticamente caerán quienes ostentan las energías fósiles. Los
Estados deben apoyar esas energías porque la energía deber ser, como el
agua, un derecho humano. Nuestra obligación como Estado es atender ese
derecho y garantizar la energía y el agua.
–En la cumbre de Copenhague en 2009, el presidente Chávez había dicho: “Cambien el sistema, no el clima”.
–Esto sigue vigente. Es un pedido clamoroso. Estamos en un sistema
fracasado, con un modelo fallido, con pueblos amenazados y con una madre
tierra insegura en su existencia dentro del sistema. ¿Cómo podemos
seguir apoyando este sistema? Sigo convencido de que el peor enemigo de
la humanidad es el sistema capitalista.
–¿América latina, en particular el Mercosur, trae alguna propuesta colectiva a esta cumbre de París?
–Hay un solo mensaje por parte de los pueblos del mundo, y no
solamente de América latina. Pero hay algunas conclusiones elaboradas en
la cumbre de Tiquipaya (departamento de Cochabamba) y hace unos días
concluyó en Quito, Ecuador, una reunión de ministros de Medio Ambiente
donde hubo que lamentar que algunos países hayan no hayan aportado. No
escuchan a sus pueblos. En la cumbre de los movimientos sociales por el
cambio climático de Tiquipaya había 400 delegados de Chile, y también su
ministra de Medio Ambiente. Pero se opuso a reconocer o resaltar las
conclusiones. Denuncio públicamente los hechos pero no se trata de
problemas bilaterales, estamos hablando de la vida. Estamos hablando de
la madre tierra, estamos hablando de cómo salvar a la madre tierra para
salvar a la humanidad. Es un tema profundo y tenemos diferencias
profundas. Aquí, el aporte del movimiento indígena, y no solo del
continente sino del mundo, consiste en cómo vivir y cómo estar en
armonía con la madre tierra. Acá hay una diferencia profunda con el
sistema capitalista. Los países del sur no seremos guardabosques del
imperio.
–Hace ya algunos años que circula en Occidente esa idea, esa noción que nace en los pueblos indígenas: el buen vivir. Por un lado está el feroz desarrollismo del sistema capitalista y, por el otro, cierta receptividad en la gente ante esa aspiración a una resonancia entre el ser y el mundo natural. El capitalismo está hoy en crisis por todas partes. ¿Qué puede aportarle a esa crisis esa voz de la tierra?
–El mejor aporte son los planteamientos que provienen de la cumbre
de Tiquipaya, y también que los Estados escuchen, entiendan e
implementen esas conclusiones. Evidentemente cada continente y cada país
tiene su propia particularidad, pero esas particularidades deben ser
adecuadas a nuestras formas de vivencia, nuestros antepasados, nuestras
experiencias armónicas con la Madre Tierra. Esto significa vivir en
comunidad, en colectividad, en complementariedad, en solidaridad y no en
competitividad. Tal vez en Europa sea importante el aspecto
competitivo, pero si en Bolivia avanzamos como lo hicimos es gracias a
esas políticas de complementariedad y solidaridad.
–Presidente, el papa Francisco y su encíclica sobre la ecología han dado la vuelta al mundo. ¿Cómo evalúa a este hombre que en Europa es visto con tanta admiración como recelo?
–Ahora siento que tengo un Papa. Ahora siento y creo. Me declaro
profundamente de Cristo. Por eso tenemos que rezar para que el Papa siga
con vida.
