Opinión
Por Luís Fuenmayor Toro
No
sé si en el Gobierno se carece de vergüenza y de amor propio, si falta sentido
del ridículo o si la ignorancia es tan grande que le es imposible percatarse de
sus graves errores, muchas veces horrores, cometidos o si el interés por el
poder los ha llevado a tal de irreflexión, que no se dan cuenta de las derivaciones
de sus actos internos ni de aquellos que abarcan nuestra relación con el resto
del mundo.
(...)
(...)
Es altamente preocupante que pareciera existir una esquizofrenia en muchos funcionarios, que permite una disociación total de la realidad de manera que ésta es construida totalmente en sus mentes y luego incorporada en el cerebro de sus seguidores, a través del gigantesco aparato publicitario mantenido con los recursos de todos los venezolanos.
Las
acciones diplomáticas venezolanas sobre la reclamación del Esequibo y en
respuesta a la agresividad intervencionista y violatoria de la soberanía
territorial venezolana, ejecutadas por Guyana, son no solamente grotescas sino
muy peligrosas y dañinas para los intereses más elevados de nuestra nación. La
irresponsabilidad de los funcionarios encargados es inaudita y la misma,
quiérase o no, nos ha colocado en un estado de indefensión tal, que hace
peligrar no sólo el destino final de la reclamación sino nuestra integridad
territorial toda, en tres de los puntos cardinales, lo que quiere decir que no
tenemos límites territoriales respetables y claros que contengan seguramente a
nuestra nación y a sus nacionales.
El
Decreto 1787, el primero emitido, lo recibimos inicialmente como un despertar
del Gobierno del letargo en que el legado del “eterno” lo había dejado.
Llegamos a felicitar al Presidente a través de nuestro programa en Radio UNO,
1.340 AM, los martes, miércoles y jueves de 2 a 3 de la tarde. El desastre del
contenido del decreto se hizo visible después de promulgado, no sólo por el
talante de las declaraciones de Guyana sino por las protestas de otros estados
del Caribe, la intromisión inglesa, que deja clara la existencia del
imperialismo y que reivindica su pasado colonialista, y la intrusión colombiana
del propio Santos, quien pretende seguir haciendo crecer el territorio de unos “hermanos”
muy ambiciosos y que no se paran en nada. E inmediatamente vino la cómica
diplomática más grande de la que haya sido testigo.
Primero
se modifica el decreto y luego se lo deroga y sustituye por otro sin que se
haya sabido quiénes fueron los responsables de su contenido, que demostró una incompetencia
e irresponsabilidad de los órganos facultados para su elaboración. ¿Quiénes son
en el alto mando de la FAN, además del ministro? ¿Quiénes en la Cancillería?
¿Quiénes en la Presidencia de la República? Los venezolanos queremos saber
quiénes son los causantes de la actual minusvalía en la defensa de nuestro territorio.
Si hubiera honor, hubiera muchas renuncias.