Acaba
de celebrar la humanidad el vigésimo quinto aniversario de la caída del Muro de
Berlín. Ese muro fue todo un símbolo de la guerra fría y del fracaso del modelo
del socialismo real. Símbolo del fracaso del modelo soviético y del estalinismo
comunista.
Acaba
de celebrar la humanidad el vigésimo quinto aniversario de la caída del Muro de
Berlín. Ese muro fue todo un símbolo de la guerra fría y del fracaso del modelo
del socialismo real. Símbolo del fracaso del modelo soviético y del estalinismo
comunista.(...)
La
caída del muro fue el triunfo clamoroso de la libertad frente a la opresión, de
la esperanza frente al autoritarismo y de la dignidad humana frente a los regímenes
que desconocen los derechos del hombre y del ciudadano.
Recuerdo
que a principios de los años sesenta tuve el privilegio de ser invitado por la
Fundación Konrad Adenauer a participar en un curso de formación política en una
academia que estaba ubicada muy cerca de Bonn, capital de lo que entonces se
llamaba la República Federal de Alemania. Como parte del programa nos
organizaron una entrevista con el viejo canciller Konrad Adenauer, el gran líder
de la Alemania libre y democrática. Ya estaba retirado de las funciones públicas
y se dedicaba con esmero a cultivar las rosas de su jardín.
Acababa
de levantarse el muro de la infamia y era obligado que en el diálogo con el
viejo líder le preguntáramos acerca de su visión hacia el futuro. ¿Será
necesaria una nueva guerra para reunificar a su país? Le preguntamos. Nos miró
fijamente, con una mirada penetrante de sus ojos muy azules y nos dijo “no”,
guerra nunca más, y repartió tres veces esa frase: “¡Guerra nunca más!”.
Enseguida
agregó: “Es cuestión de paciencia. Si ellos tienen razón y yo estoy seguro de
que no la tienen, Alemania se reunificará como una gran nación socialista. Si
nosotros tenemos razón, y yo estoy seguro de que sí la tenemos, Alemania se
reunificará como una gran nación democrática inspirada en los valores del
humanismo cristiano”.
Por
eso, cuando en noviembre de 1989 el muro se vino abajo, no pude menos que
recordar aquel diálogo profético a las orillas del río Rin.
Tenía
razón Adenauer, no era necesaria una nueva guerra. El socialismo fracasó y el
humanismo cristiano prevaleció. Parece que sería suficiente con el ejemplo
monstruoso del nacionalsocialismo y con el fracaso del socialismo soviético
para desacreditar para siempre esa palabra: socialismo. Sin embargo, la palabra
sigue teniendo sus partidarios.
Seguiremos
conversando.
Eduardo
Fernández
@efernandezve