¿MATANDO NUESTRAS RAÍCES?
El guaná,
con tan solo cuatro hablantes, es una de las lenguas indígenas en peligro de
desaparecer en Paraguay, que enfrenta al reto de preservar sus 20 idiomas
originarios si no quiere perder parte de una cultura ancestral que históricamente
ha sido dejada de lado por sus instituciones.
Chema Orozco.
Su veintena de lenguas se reparte en cinco familias lingüísticas (guaraní, mataco, zamuco, maskoy y guaicurú), cada una con sus respectivas variantes.
Uno de los
factores que las ponen en riesgo es su desventaja respecto al castellano y al
guaraní paraguayo, la segunda lengua oficial del país, que está impregnada de
palabras en español y estructuras sintácticas de este idioma.
El guaná, de
la familia maskoy, es un caso más extremo, pues solo lo hablan cuatro ancianas,
en una comunidad de unas 200 personas ubicadas al norte de la región del Chaco,
entre los ríos Paraguay y Apa.
Ese pueblo,
asentado en viviendas precarias en 40 hectáreas sin ningún tipo de titulación,
fue dejando de hablar su lengua a principios del siglo XX, cuando sus miembros
se emplearon en la empresa argentina Carlos Casado, la primera fábrica de
extracto de tanino de América.(...)
“Allí
debieron utilizar el idioma de contacto, el guaraní paraguayo, y abandonaron su
propia lengua. Ello les provocó un corte generacional y los más jóvenes ya no la
hablaban”, dijo a Efe Nieves Montiel, de la Secretaría de Políticas Lingüísticas.
La situación
se repitió cuando finalizó el boom del tanino y los guaná se trasladaron a
Vallemí, cerca de donde se encuentran en la actualidad, para trabajar en la
recién creada industria nacional del cemento, donde el guaraní paraguayo era el
idioma franco.
La invasión
por una lengua dominante también amenaza al manjui, de la familia mataco,
hablado en el Chaco por unas 350 personas, y a otros idiomas de la misma región,
como el tomaraho, del grupo zamuco, y en la zona oriental del país al angaité y
al sanapaná, ambos de la familia moskoi, alertó Montiel.
Algunas de
las lenguas nativas fueron arrinconadas debido a políticas de exterminio, como
es el caso de los aché, de la familia guaraní, perseguidos durante la dictadura
de Alfredo Stroessner (1954-1989).
De acuerdo con estudios antropológicos realizados a principios de la década de 1970, la población de la comunidad aché disminuyó más del 60 % en menos de cinco años debido a la ocupación de sus tierras ancestrales, la falta de atención médica y la venta de sus niños para el trabajo doméstico.
De acuerdo con estudios antropológicos realizados a principios de la década de 1970, la población de la comunidad aché disminuyó más del 60 % en menos de cinco años debido a la ocupación de sus tierras ancestrales, la falta de atención médica y la venta de sus niños para el trabajo doméstico.
“En el caso
de los aché la persecución comenzó sobre 1910 porque eran los últimos nativos
por contactar en la región oriental de Paraguay”, dijo a Efe Jan David Hauck,
antropólogo dedicado a la investigación de esa lengua.
“Quienes
fueron enviados a reservas tuvieron que emplear el guaraní paraguayo o el español
y se estableció una especie de jerarquía entre quienes hablaban esas lenguas y
los que no”, indicó Hauck.
Montiel
admitió que el Estado paraguayo se ha demorado mucho para revertir esa situación
y aplicar políticas de recuperación y de igualdad lingüística.
“La
Constitución apoya los derechos culturales de los pueblos indígenas, pero hasta
la creación en 2002 de la Secretaría de Políticas Lingüísticas no hubo mucho
trabajo institucional”, indicó.
Desde el ámbito
educativo, la Universidad Católica de Asunción se ha implicado esta semana en
la revitalización de esas lenguas con la fundación de un archivo digital con
grabaciones en audio y vídeo, testimonios de sus hablantes y gramáticas o
libros en español referentes a esas culturas.
Sin embargo,
los expertos reunidos en la presentación del proyecto, reconocieron que eso no
es suficiente si los propios hablantes carecen de interés por revivirlas.
En este
sentido, Montiel señaló que como una señal de esperanza el ejemplo de las
cuatro abuelas guaná, que se han puesto a impartir clases en su idioma a petición
de la comunidad.
“Cuando fuimos
en noviembre nos encontramos con una comunidad muy interesada en recuperar su
identidad cultural. Las cuatro ancianas dan clases los fines de semana, orales,
porqué la mayoría son analfabetos, y nosotros brindamos apoyo a través de la
Secretaría”, dijo MontieL.
Por Miguel A. Delgado Zoilán