Samuel Ruh
Recuerdo mucho una ocasional clase política que recibí hace unos
años del siempre bien recordado Moises Moleiro, fuè en Maracay, cuando
atravesábamos la Avenida Las Delicias rumbo a la Asamblea Legislativa donde era
yo diputado por el MIR en aquel entonces, nos esperaban para un acto especial
donde el ronco presentaría uno de sus tantos libros, surgió allí, a raíz de una
pregunta que le hice, una interesante conversación cuyo contenido me hizo
entender con mas profundidad la política.
La pregunta en cuestión era producto de una gran preocupación
que tenía, ya hacía muchos años que estaba luchando para desplazar a los adecos
y copeyanos y lamentablemente no veía avances en tan difícil tarea, le dije a
Moleiro: Carajo Moises,(...)
no veo nada que me indique que el pueblo quiera
cambiar, estos Adecos hacen lo que le da la gana, nosotros estamos trabajando
día a día y nada, no sera inútil lo que hacemos, parafraseando una de sus usadas
y recordadas expresiones. Moleiro, con esa profundidad que lo
caracterizaba, me dijo: Mira, los pueblos cuando tu menos te lo imaginas
cambian, se transforman y dan respuestas contrarias a lo que durante años
acostumbran, con tal firmeza que hasta arrollan. Lo importante es mantenerse en
píe de lucha, acompañandolo.
Cada vez que pasa algo como lo de Saddan Hussein, Gadafi, La
Primavera Arabe y de algo que espero pase pronto, porque ya esta por reventar,
lo de los hermanos Castro, me recuerda al hermano Moleiro.
Si aplicamos esto a la inútil diatriba de si debe haber dialogo
o no, esta magistral y sencilla experiencia obtenida de uno de los políticos
mas claros e inteligentes que he conocido, resulta por lo demás útil y
oportuna. Dialoguemos, el dialogo es la esencia de la política y de algo mas
importante: Del genero humano.