En 2004 el ex presidente norteamericano Bill
Clinton estuvo al borde de la muerte. Un agudo dolor en el pecho le anunciaba
que su corazón bloqueado estaba al borde del colapso, y en ese momento necesitó
una operación de urgencia para hacerle 4 by-pass. Se trata de una
operación que construye puentes para que la sangre que no puede pasar por
bloqueos de arterias, logre llegar al corazón. Ante este susto, el ex
presidente decidió acometer cambios en su dieta y bajó notablemente de peso.
Aun así, seis años después aparecían nuevamente arterias tapadas, y en una
segunda operación necesitó que se le reabrieran las arterias con stents,
que son una especie de tubito que se coloca dentro de la arteria y se abre
obligándola a ensancharse. Su caso era uno más dentro de un estándar nada
alentador: 1 de cada 300 operados del corazón entrará de nuevo a quirófano, y 1
de cada 20 necesita que le ensanchen las arterias con stents. Ante este
segundo aviso innegociable, Bill Clinton decidió asumir un cambio radical de
vida y fundamentalmente se volvió vegano luego de afirmar “con los hábitos
alimenticios que tenía, yo no era sino un gran ataque al corazón a la espera de
que sucediera”. En este momento su corazón y ánimos, palabras del mismo
presidente, son los que tuvo en la adolescencia. Desde entonces ha recorrido
buena parte de su país haciendo campaña para que la gente cambie hábitos
alimenticios e intentando introducir cambios radicales en la dieta escolar. La
pérdida de uno, en este caso Bill Clinton, ha resultado ser la ganancia de
muchos, pero es un cambio de paradigma que se enfrenta a las industrias de la
mala comida y de la medicina. Entendamos que el costo de las operaciones al
corazón que se realizan por año, solo en los Estados Unidos, es de 50 mil
millones de dólares anuales. Mucho dinero como para querer perderlo. Por lo que
la perspectiva de que a punta de frutas y vegetales se puede caer el negocio,
no debe ser alentadora para la industria médica.(...)
La historia (y en general los datos
expuestos en este artículo) los obtuve del video “El último ataque de corazón”
(que puede verse en inglés en http://goo.gl/eUT0oM),
un excelente trabajo periodístico del Dr Sanjay Gupta para la cadena noticiosa
CNN, en donde gráficamente explica como el colesterol va dejando en las
arterias una bomba de tiempo lista para explotar una década después sin que lo
sepamos, y como esto jamás debería suceder. Como lo leyó: jamás. Muchos médicos
afirman que las enfermedades no congénitas del corazón asociadas a circulación
de sangre comprometida, son 100% evitables si se come correctamente. En su
trabajo, el doctor Gupta entrevista al médico del ex presidente Clinton, y este
sin tapujos afirma “Uno de los secretos mejor guardados en la medicina es saber
que los doctores que practican agresivamente la prevención rara vez ven un
ataque al corazón”. Frase bastante perturbadora si se ve bajo la lupa de la mil
millonaria industria de las medicinas. Otro de los doctores entrevistados
(también médico presidencial) habla de los problemas del corazón como una
epidemia (cada 30 segundos hay un ataque al corazón en los Estados Unidos) y lo
dice sin medias tintas: “Nunca se parará la epidemia a fuerza de operaciones de
bypass o de pastillas, porque un chequeo médico no puede sustituir hábitos
incorrectos”.
El cuerpo perdona pero no olvida, y muchos,
si no la gran mayoría, de quienes sufren un ataque al corazón se ven totalmente
sanos (fue el caso de Clinton). En pocas palabras lo que se ve afuera no es
necesariamente lo que hay adentro (de hecho el acumulamiento de placa en el
sistema circulatorio comienza en la niñez) y por eso la recomendación es
simple. Hágase un chequeo de valores sanguíneos y guárdelo. Luego haga por un trimestre
una dieta vegetariana con uso de muy poca grasa y consumo de frutas, granos y
mucha, sobre todo mucha fibra. Vuelva a hacer el examen de sangre y pregúntese
si se ha sentido con más energía o mejor. Si la respuesta es afirmativa,
probablemente el camino para vivir mejor el resto de su vida esté más a mano y
sea más fácil de lo que parece. Un vez que cobramos consciencia, quizás no
dejamos del todo carnes, lácteos, alcoholes, azúcares y grasas, pero con
seguridad reducimos considerablemente su ingesta porque ya hemos probado que
nos sentimos mejor sin abusar de ellos.
Lo increíble del planteamiento que hacen muchos médicos
en el video de CNN es que no hablan de reducir el riesgo, sino revertirlo por
completo usando como herramienta exclusivamente los hábitos alimenticios. Es
decir, plantean que una persona con problemas coronarios puede revertir en su
totalidad el mal que le aqueja si cambia de manera de comer. Probar no cuesta
nada… y de paso es sabroso.