De un tiempo a esta parte se ha
puesto de moda convertir en "inteligentes" las cosas mundanas, un
tendencia de lo "smart" que se impone ya en el hogar y cuya última
frontera es colonizar el ámbito más privado de las personas, su propio cuerpo
FERNANDO MEXÍA / EFE
Los sensores, cada vez más
pequeños y baratos, son el elemento clave de esa visión del sector tecnológico
que ambiciona una sociedad en la que todo esté conectado a internet ya sea para
que la nevera notifique que se acabó la leche o para que un aparatito le pida
al usuario que se levante del sofá para ir al gimnasio. La feria CES de la
electrónica que se celebra esta semana en Las Vegas es un escaparate del
florecimiento de este negocio al que aún le queda mucho camino por recorrer, en
especial cuando se trata de convencer a la gente para que se ponga relojes,
brazaletes, gafas y ropa destinados a recabar información sobre sus
actividades.(...)
Según datos de la Consumer
Electronics Association (CEA), en 2014 las ventas de esos sistemas rebasarán
por primera vez los 1.000 millones de dólares en Estados Unidos, una
cifra que supone solamente el 0,55 % del negocio de esta industria en el país.
Aunque los ingresos se incrementan año a año, el ritmo de crecimiento ha caído
y se ha estabilizado en torno a un 30 %, después del "boom"
experimentado entre 2011 y 2012, cuando proliferó la adopción de estos sistemas
entre los fanáticos de las nuevas tecnologías. "Aún estamos en una fase
primitiva", explicó a Efe el analista de CEA, Kevin Tillman, que achaca a
la funcionalidad limitada de los dispositivos el hecho de que aún no sean un
fenómeno de masas.
Si algo ha cuajado son los
sensores que miden el ejercicio físico. Actualmente existe una
miríada de productos que se disputan la atención de los aficionados al deporte
y que ofrecen prestaciones parecidas: registran la distancia recorrida y
estiman las calorías quemadas, algunos también contabilizan el ritmo cardíaco y
el sueño. Nike, Polar, Garmin, Sony, LG tienen sus modelos de pulseras
"inteligentes" para ese fin, aunque empresas especializadas como
Fitbug, Fitbit, FitLinxx, Jaybird, entre otras, son una dura competencia en ese
mercado donde lo que prima, por el momento, es la utilidad. Dos factores se
barruntan críticos para que estos productos pasen de ser uno más en el sector a
tomar protagonismo, según se desprendió de varias conferencias celebradas en
CES en torno a la informática de vestir.
Primero, una evolución
técnica que mejore la autonomía de las baterías al tiempo que amplíe los usos
de esos aparatos, que en su mayoría funcionan como periféricos de un teléfono
inteligente, para que en lugar de ser un añadido reemplacen a otros objetos de
la vida cotidiana, como una cartera. "La gente no está deseando ponerse
un sensor encima. Si vamos a pedirle que lo haga, tenemos que hacer que
ofrezca algo esencial", comentó Jef Holove, consejero delegado de Basis
Science, compañía que comercializa relojes que detectan la actividad física.
Segundo, el diseño. Quedó demostrado en CES que los ejecutivos del sector no se
ponen de acuerdo sobre qué dirección tomar cuando se trata de abordar la
cuestión estética.
Los hay quienes abogan por
eliminar el sensor de la vista, como Heapsylon, financiada con capital
español (Startcaps Ventures), y su innovadora línea de calcetines y camisetas
deportivas que saldrán a la venta este mes y que miden el ejercicio físico sin
necesidad de tener un "smartphone" encima. Están también los que ven
en la moda el gancho comercial, como Netatmo y su brazalete-broche con
aspecto de joya, June, con diseño de Camille Toupet, cuyo trabajo está detrás
de firmas como Louis Vuitton, que sirve para detectar la exposición diaria al
sol de quien lo lleva.
"Esta pensado para
seducir a la mujer que no le gusta tener mucha tecnología", dijo su
portavoz Raphaëlle Raymond, que señaló otra deficiencia actual de la
informática de vestir. El bajo atractivo que tiene para el consumidor femenino
que es, por otra parte, el motor del lucrativo sector de la moda. El perfil de
usuario medio en EE.UU. de los dispositivos que registran la actividad física
es un varón de entre 25 y 34 años, con alto poder adquisitivo, si bien el deseo
de poseer uno existe al 50 % entre hombres y mujeres, según encuestas de CEA.
Basta constatar que
habitualmente son brazos de hombre los que se utilizan para las imágenes
promocionales de los relojes inteligentes, productos que, por otra parte, aún
generan "confusión", dijo Tillman: "La gente no tiene muy claro
para qué sirven. Se perciben como innecesarios". Paralelamente se
desarrolla otra rama de negocio centrada en servicios de salud, donde ya
proliferan empresas como iHealth que comercializan medidores de tensión
portátiles o sensores para diabéticos.