por Sumito Estevez
En varias oportunidades hemos tocado desde esta columna el
tema obsceno de la pérdida masiva de alimentos comestibles en un mundo con más
de mil millones de hambrientos. Lo hicimos, por ejemplo, con el artículo “Los Números
Del Hambre” (http://bit.ly/pD1ePM) o, a raíz de una reciente frase sin
medias tintas del Papa Francisco, en el artículo “Robando De La Mesa Del Pobre”
que se puede leer en el link http://bit.ly/1d50Hvv. Se trata de un problema
enorme y quizás uno de los peores legados por los que en el futuro sea
recordada nuestra generación. Para entender la magnitud, recomendamos un
excelente video de 8 minutos que hicieron en España en el canal Antena3 que
puede consultarse en http://bit.ly/12fUhpP, e igualmente consultar la página web
de la organización “Piensa.Aliméntate.Ahorra” (http://bit.ly/11orxYV) que ha logrado grandes avances a nivel de concientización
sobre el problema de desechos alimenticios, eufemismo aséptico para no decir
llanamente que botamos comida porque hemos dejado de pensar en los hambrientos.(...)
El tema tiene tiempo en el tapete y por lo visto la campaña
comienza a tener efecto. Lamentablemente no es un efecto que aun toca a los
grandes desperdiciadores de comida y sus formas de producción, en donde esas pérdidas
son justificadas como males necesarios para su funcionamiento (cadenas de
comida rápida, cadenas de supermercados, hoteles, etc.), ni toca a la industria
que siembra comestibles para usos no humanos (Biodiesel, emulsionantes para
comida chatarra, etc.); pero comienza a entenderse –tímidamente– en el ámbito
de dos grades protagonistas de la cadena de desperdicio: restaurantes y casas.
Un ejemplo de ello es el caso del pescado de
descarte en
Europa, que es la manera decente de explicar que la industria pesquera europea
bota (ya muertos) cada día al mar 4 millones
seiscientos mil kilos de pescado, porque una vez realizada la faena de pesca
estos pescados no tienen ni el tamaño, ni son de la especie que están buscando
para la venta. Esta cifra absolutamente inmoral llevó al nacimiento de una
intensa campaña virtual bautizada “Ni un pez por la borda” (ver http://www.niunpezporlaborda.org) cuya viralidad en la red puso el ojo
sobre las prácticas “necesarias” de una industria que no piensa ni en el medio
ambiente ni el hombre; al punto que comienzan a discutirse leyes para mitigar
semejante despropósito. La alarma ha llegado a los restaurantes y muchos chef
españoles han estado haciendo campaña para que sus colegas hagan menús con
pesca de descarte. De hecho, el año pasado el ganador del Premio Nacional de
Gastronomía de España fue el chef especialista en pescados Ángel León (Restaurante
Aponiente, Cádiz), y resultaba muy interesante leer como las agencias
noticiosas, a la par de sus obvias cualidades como cocinero, se centraban en el
uso de pesca de descarte en su menú (ver http://bit.ly/17WReY2).
Otra noticia reciente que hemos podido leer es sobre la
aparición de un restaurante danés (Rub&Stub, Copenhague) cuyos platos están
hechos exclusivamente con ingredientes descartados por tiendas y productores,
con el fin de colocar foco con dramatismo teatral sobre el descarte de
alimentos. Aunque por el momento se trata de una operación sin fines de lucro,
sometida a trabas legales y sanitarias, la presión mediática y de clientes podría
convertir a este restaurante operado por voluntarios (http://spisrubogstub.dk) en un fenómeno de moda a replicar.
El caso más interesante de todos los que últimamente han
sido noticia, se inició con la crisis griega. De manera natural se fue armando
una red de madres que escribían en la web cuantas porciones de su comida casera
había sobrado, por si alguien quería comprárselas. Ello fue la génesis de la
red social Cookisto (que resultó de una tesis de grado), uniendo literalmente una
comunidad virtual de cocineros amateurs. Tal fue el éxito e impacto en Grecia
(hay 12.000 amas de casas inscritas), que está por implementarse en Inglaterra;
y en USA acaba de salir un programa para celulares (http://leftoverswap.com) dirigido especialmente a la comunidad estudiantil, para
conformar una red de vendedores-compradores de comida casera sobrante. Usted
indica en que zona se encuentra, y el sistema le informa que casas en esa zona
han subido a la red una oferta de porciones sobrantes de rica, poco costosa y
sana comida materna.
Por el momento
los “grandes” (gobiernos, productores, industria) se han hecho los sordos ante
la pérdida masiva de comestibles; pero más les vale que comiencen a escuchar,
porque desde las bases se gesta esta batalla de amas de casas y colectivos
sociales que han iniciado una rebelión. Son los que no botan comida.