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29 octubre, 2013

Desatinos ideo políticos


Luis Fuenmayor Toro

“Es la hora, es el momento de las definiciones, ahora o nunca sabremos quiénes somos”. De esta manera terminaba su arenga un articulista de los grupos autodefinidos como “marxistas y revolucionarios” del Gobierno. De esos que siempre tienen al “Che” en la boca y pareciera que, por lo menos, algunos folletos han leído. A Marx directamente, no lo creo, a lo sumo algo de Marta Harnecker. Sin embargo, no entienden nada, como se deduce de sus escritos. Siempre están con el cuento del Moncada, de la Sierra Maestra, del guerrillero heroico, sin ir más allá en el análisis, sin decir qué significa hoy el fracaso de Cuba, su rectificación económica, su mayor dependencia, todo ello achacado, por su “exitosa” dirigencia, al embargo comercial estadounidense. ¡Miren que le han sacado provecho!(...)

Cometen, en sus prédicas cuasi religiosas, el exabrupto de comparar a Bolívar con el Che Guevara. ¡Por favor! Bolívar fue un luchador exitoso, que tenía en su cabeza la construcción de unas repúblicas, distintas e independientes de la monarquía española. Hacia ese objetivo dirigió sus esfuerzos y triunfó. ¿Cuál es la obra del Che a contraponerle? ¿Los deseos expresados en sus palabras? ¿Sus sentimientos más íntimos que no podemos conocer? Decir que hay momentos de decisiones trascendentales en la vida de las personas, sean estas comunes o especiales, héroes o villanos, es el descubrimiento del “agua tibia”, hecho constante en estas mentalidades que están convencidos de que basta con desearlo para que sea lo correcto y además hacerlo posible.
Decir que la revolución está en la coyuntura de profundizarse o de retroceder y perderse, en el momento del “resteo”, en la encrucijada del no retorno, sin argumentar absolutamente nada, como un acto de fe, es como rezar el “Padre nuestro” y esperar que se cumplan nuestros deseos o se satisfagan nuestras necesidades por ese simple hecho. La idea de la “no vuelta atrás”, del no regreso al pasado, se terminó con la caída del “socialismo real” y el desarrollo del capitalismo en Rusia y en Europa Oriental. En este caso o se regresó al modo de producción capitalista o simplemente nunca se lo llegó a superar y el socialismo sólo era de discurso, tal y como es el caso venezolano.
Llamar a profundizar el socialismo y olvidar que somos un país monoproductor de materia prima, incapaz de darle valor agregado; sin desarrollo industrial, que no produce alimentos, con una instrucción promedio de 7° grado, una burguesía parásita, unas fuerzas armadas que dan lástima y una burocracia ignorante, negligente y corrupta, es fantasioso, mentiroso y manipulador.