No es casualidad que en este reportaje las disfunciones
sexuales femeninas estén en segunda posición. Este hecho intencionado sólo
refleja una creencia muy extendida aunque falsa en nuestra sociedad: los
problemas de los hombres en las relaciones íntimas son más y tienen mayor importancia
que los de las mujeres. Un estereotipo asumido paradójicamente incluso por las
generaciones más jóvenes de mujeres, lo cual parece un contrasentido cuando las
primeras feministas, que rompieron moldes, y algunos en este campo, han
superado ya sexta década de la vida y muchas de ellas están cambiando el cliché
de mujer "mayor" en este siglo XXI.
Otro concepto erróneo, aunque ampliamente asumido: los
problemas de alcoba femeninos tienen casi siempre un trasfondo psicológico. Una
"creencia" cada vez con menos base, a la que ya hacen frente algunas
"evidencias" recientes, aunque aún escasas. Es sabido que en los
varones las dificultades en la erección se consideran un síntoma
"centinela" previo en varios años a patologías cardiovasculares.
Orgasmo
De igual forma, en las mujeres, la dificultad para alcanzar
el orgasmo puede ser también un indicio temprano de estas patologías. El
motivo: anatómicamente somos diferentes, pero fisiológicamente no tanto, como
explica Francisca Molero, ginecóloga y vicepresidenta de la Federación Española
de Sociedades de Sexología (FESS): "El clítoris es un órgano tan grande
como el pene, del que solo vemos una parte, el glande, y tiene también cuerpos
cavernosos y el mismo tejido endotelial que el órgano masculino. De hecho en la
excitación se produce una erección del clítoris. Si en el hombre la diabetes y
la hipertensión pueden producir disfunción eréctil es lógico pensar que en la
mujer también ocurra por estas causas", explica la doctora Molero, que
asegura que algunas mujeres ya la han descrito en su consulta.(...)sigue
Los últimos estudios respaldan esta teoría. De hecho, las
mujeres con diabetes experimentan falta de satisfacción en sus relaciones
sexuales con más frecuencia que las que no la padecen, según un estudio dado a
conocer en julio del año pasado y publicado en la revista "Obstetrics and
Gynecology". Sin embargo, como resaltan los autores del estudio, no se han
hecho apenas estudios en mujeres, a diferencia de lo que ocurre con los
varones, en los que está bien establecido que la diabetes es un factor de
riesgo para la disfunción eréctil.
Entre las mujeres que padecían diabetes había una
correlación de la disfunción sexual con patologías cardio y cerebrovasculares,
renales y neuropatía periférica. Hasta ahora estas manifestaciones sexuales se
achacaban a factores psicológicos asociados a al enfermedad, como la depresión,
pero este estudio deja claro que aparecen de forma independiente.
Esta patología metabólica afecta al funcionamiento sexual
femenino de varias formas, explican los investigadores de la Universidad de
California. Una de ellas, produciendo cambios vasculares en los tejidos
urogenitales que afectan a la lubricación, lo que lleva experimentar dolor, que
enmascara el placer, una disfunción frecuente conocida como dispaurenia. La
fata de lubricación es más frecuente también a partir de la menopausia.
Falta de deseo
Entre los problemas sexuales que generan mayor malestar
entre las mujeres está la falta deseo, por la falsa creencia de que no tiene
solución, apunta Francisca Molero, a lo que hay que añadir el hecho de que no
hay ningún fármaco que aumente la libido femenina. En este punto, incide la
sexóloga, "es muy importante aclarar que una cosa es una queja o problema
y otra muy distinta que se trate de disfunción o trastorno".
Y es que, advierte Molero, a veces creamos problemas donde
no los hay, por falta de información o falsas expectativas: "Tenemos cada
vez más información, pero con frecuencia sesgada, en función de cómo interese
darla. Sin embargo, no hemos tenido una educación sexual". Y eso se nota,
porque -y esto es válido para hombres y mujeres- barajamos patrones estándar y
"si no nos ajustamos a ellos creemos que hay un problema, con lo que en
realidad acaba por producirse".
En el caso de las mujeres, es frecuente pensar que la
secuencia "lógica" ha de ser deseo, excitación y respuesta sexual.
Pero esto no tiene por qué ocurrir en ese orden. Algunas veces el deseo nos
llevará al acercamiento sexual, pero otras será el acercamiento el que conduzca
al deseo. Si sabemos liberarnos de los clichés, puede decirse con toda
propiedad que el orden de los factores no alterará el producto: una relación
sexual satisfactoria. Por tanto, una idea a desterrar: "Tengo que tener
deseo para acercarme a mi pareja, si no existe no lo intento". Además,
como apunta esta experta, si se piensa poco en el sexo es más difícil que surja
el deseo.
No puedo
Detrás de las consultas por "bajo deseo", el
vaginismo ocupa el segundo lugar. Quizá el nombre aclare poco, pero muchas
mujeres se enfrentan a él, y lo que es más grave, pasan por la consulta de
ginecología sin que se le haga ver que tiene un problema. Este trastorno
consiste en la contractura involuntaria e inconsciente de la vagina que impide
la penetración. También impide una correcta exploración ginecológica, por lo
que debería ser tan fácilmente detectable en la consulta como sencilla es su
solución.
Pese a ser la segunda disfunción más frecuente, "no se
habla de ella porque da vergüenza", advierte la doctora Molero. Incluso se
deja de ir al ginecólogo, para evitar el mal rato. No es infrecuente que el
problema se arrastre 8 o 10 años, hasta que la pareja se plantea tener un hijo
y acuden al especialista ante la imposibilidad de lograrlo. Suele darse en
mujeres "con un alto perfil de autoexigencia, que triunfan en muchas cosas
pero no puede tener relaciones completas", señala esta especialista.
"Pueden tener actividad sexual gratificante, porque suelen tener buena
relación de pareja, con prácticas sexuales diversas. Pero no hay sexo coital.
Siempre se piensa que se va a resolver por sí solo, pero no es así".
¿Sin placer?
Muchas mujeres consultan porque no tienen orgasmos. "No
siento nada", aseguran. Y aquí hay que matizar, advierte la vicepresidenta
de FESS. Estas quejas hacen referencia generalmente a la ausencia de orgasmo
durante la penetración, aunque éste sí se produce por estimulación directa del
clítoris. Por tanto, hay que aclarar que no se trata de realmente de
anorgasmia. Falta de autoconocimiento otra vez. "Hay mujeres, incluso
jóvenes, autoexigentes, perfeccionistas, brillantes mental y profesionalmente,
que van al gimnasio para tener un cuerpo estupendo y, sin embargo, no se
conocen a nivel sexual".
Costumbres iguales, trastornos
iguales
El incómodo sillín de la bicicleta se ha relacionado
tradicionalmente con algunos trastornos sexuales masculinos, como la disfunción
eréctil. El entumecimiento de los genitales en contacto con el duro asiento
ciclista tiene mucho que ver en ello. Pero no es problema que afecte sólo a los
varones, según pone de manifiesto un estudio de 2012 publicado en "The
Journal of Sexual Medicine". Según uno de los autores de la investigación,
Steven M. Schrade, cada vez que hablaba a los policías estadounidenses que
patrullan en bicicleta sobre las medidas a adoptar para que su salud sexual no
se resientiera, siempre se le acercaban varias mujeres para advertirle de que
este problema que comentaba no era únicamente masculino. De ahí que en 2006 ya
iniciaran una investigación sobre este tema. Y el resultado indica que las
mujeres que viajan en bicicleta como mínimo 10 kilómetros a la semana tienen
una sensibilidad genital menor cuando se las compara con las que no practican
ciclismo. Cuanto más bajo es el manillar respecto al asiento, mayor es la
Fuente: ABC