Preocupados por el sobrediagnóstico y sobretramiento,
un grupo de especialistas le pidió al Instituto Nacional de Cáncer de EE.UU.
redefinir la lucha contra esta enfermedad.
Por: Pablo Correa Torres. El Espectador
Hace
cuatro años, al ingeniero Luis Enrique Maldonado le dijeron que tenía cáncer de
próstata. La palabra cáncer, como a cualquier persona, lo atemorizó. Las
opciones de tratamiento que le ofreció su médico fueron las mismas que escuchan
cada año los 7.957 colombianos que son diagnosticados con la misma enfermedad:
cirugía, radioterapia y quimioterapia.
Luis
Enrique leyó compulsivamente toda la información que encontró sobre este
cáncer. Se resistía a aceptar la solución de los médicos, que ante el primer
asomo de un tumor, prescriben procedimientos agresivos para el cuerpo. Poco a
poco fue descubriendo que las cosas no eran en blanco y negro. Entendió que con
un cambio en su estilo de vida podía reducir el riesgo de que el tumor
evolucionara hacia un cáncer terminal. Decidió volverse vegano (renunció a las
carnes, los huevos y los lácteos), hacer ejercicio y no someterse a ninguna
cirugía invasiva. Hoy vive una vida normal y luce más sano que antes.(...)
Esta
semana, un grupo de médicos norteamericanos publicó un interesante artículo en
la revista de la Asociación Médica Americana (JAMA, por sus siglas en inglés)
en el que dan la razón a pacientes como Luis Enrique y piden al Instituto
Nacional de Cáncer de Estados Unidos replantear la lucha contra esta enfermedad
y sentarse a redefinir la palabra “cáncer”.
Con la
investigadora Laura J. Esserman, de la Universidad de California a la cabeza,
los expertos dicen que la información recopilada en los últimos 30 años, cuando
comenzaron los grandes programas de tamizaje para detectar diversos tipos de
cáncer (mama, colon, piel, próstata, pulmón), permiten concluir que la paranoia
con que médicos y pacientes han librado esta lucha ha generado dos problemas
delicados: el sobrediagnóstico y el sobretratamiento. En otras palabras, muchas
personas han recibido un diagnóstico equivocado de cáncer y otro tanto ha sido
sometido a tratamientos que eran innecesarios.
“Los
datos nacionales demuestran un incremento en el número de tumores en etapas
tempranas sin una disminución proporcional de cáncer en etapas tardías”,
escribieron los médicos. En el cáncer de piel, por ejemplo, el diagnóstico de
casos aumentó en 195% sin embargo, la tasa de mortalidad se mantuvo en el mismo
nivel.
Para los
médicos, es hora de reconocer que los cánceres son heterogéneos y pueden seguir
múltiples caminos. “No todos progresan a metástasis y muerte. Muchos son
enfermedades indolentes”, anotaron.
Llaman la
atención sobre el cáncer de seno y el de próstata. Según datos de Estados
Unidos, muchos de estos tumores son insignificantes y no exigirían un
tratamiento inmediato sino un monitoreo. Algo similar estaría ocurriendo con el
cáncer de tiroides y el cáncer de piel. Muchos de los pacientes sometidos a
tratamiento en realidad tenían “tumores indolentes” que difícilmente se iban
convertir en casos de cáncer terminal.
En cuanto
al cáncer de colon y de cuello uterino, plantean que los programas de detección
temprana sí han resultado benéficos y han permitido tratamientos tempranos y
efectivos.
Raúl
Murillo, director del Instituto Nacional de Cancerología de Colombia, cree que
“es un debate importante. Hay cosas que no son claras sobre los logros en los
programas de tamización”. Dice que el cáncer de próstata es uno de los más
controversiales. Muchos hombres se siguen sometiendo anualmente a mediciones
del PSA (antígeno prostático específico) cuando la recomendación es sólo hacer
la prueba en poblaciones de riesgo y cuando aparece algún síntoma para evitar
diagnosticar casos que no son peligrosos.
“Los
ensayos clínicos de alta calidad no han mostrado que hacer pruebas de PSA
reduzca la mortalidad por esta causa”, dice Murillo, “son tumores que en su
inmensa mayoría no tendrían impacto en pacientes. Pero es una situación bien
compleja porque los pacientes quieren recibir un tratamiento”.
Carlos
Rada, exdirector del mismo instituto, coincide en que se trata de un debate
necesario. Además del sobrediagnóstico y el sobretratamiento, un problema por
añadir es lo que él llama “encarnización terapéutica”. Rada se refiere a
someter a dolorosos y costosos tratamientos a pacientes que tienen una mínima
esperanza de éxito.
Por su
parte, Carlos Castro, oncólogo de la Liga Colombiana contra el Cáncer, dice no
estar muy interesado en un debate que para él es más un problema de los
norteamericanos que de los colombianos: “en nuestro país es otro el debate. No
creo que estemos sobrediagnosticando sino que diagnosticamos tardíamente y nos
demoramos en dar tratamientos”.