La carrera política del Presidente Hugo Rafael Chávez Frías tuvo tres
características principales: efímera, apasionada y polémica. Ese hombre
absolutamente desconocido hasta el 03 de febrero de 1992; al día siguiente era
famoso en toda América Latina, y gran parte del mundo; con sus particularidades
que lo hacían capaz de dar un discurso por más de 8 horas, donde aparte de ser
un gran orador, cantaba, bailaba, recitaba, insultaba, regañaba a los Ministros,
dictaba decretos y líneas de gobierno; hablaba tanto que hasta terminaba
contradiciéndose; despertó las pasiones y la polémica en todas partes, para
unos héroe, para otros villano; no hay una reunión, incluso religiosa, donde no
se le nombre; no hay un político que para responder sobre cualquier tema no tenga
que recordarlo. Pero así como apareció aquel 04 de febrero con su famoso “por
ahora”, desapareció de la luz pública el 08 de diciembre de 2012, agobiado por
una terrible enfermedad, no se vio más, hasta que el 05 de marzo siguiente fue
anunciado el fallecimiento, de quien para unos es Dios, y para otros el diablo.
Trataré de resumir en estas líneas las dos etapas que para mi tuvo la gestión
de este Presidente, sobre el cual mucho se ha escrito, y aun mucho más falta
por escribir.
La demolición de un sistema
Para el 23 de enero de 1998, cuando el sistema democrático
bipartidista, cumplía 40 años, y se preparaba para celebrar las elecciones para
su noveno periodo presidencial; se encontraba tan desprestigiado, que los dos
candidatos principales; Hugo Chávez Frías que prometía demolerlo; y Henrique
Salas Römer que contradictoriamente era candidato de AD y COPEI, partidos que
lo habían creado; fueron a la ciudad de Madrid a entrevistarse con el General
Marcos Pérez Jiménez, expresidente que había precedido a ese periodo, a quien las
majestuosas obras públicas, de excelente calidad, y el bienestar que se vivió
durante su gobierno, hicieron olvidar paulatinamente la violación a los
Derechos humanos cometidos; además, porque hubo orden público y seguridad
personal; eran muchos los que recordaban “se podía dormir con la puerta
abierta”. En el país habían varios expresidentes, pero nadie se quería retratar
con ellos. A la pobre Irene Saez la (...)
pusieron a caminar con Luis Herrera
Campins, y la muy pendeja que tenía 32 puntos en las encuestas, quedó solo con
el 4%. “Paquetico” Rodríguez que representó a Carlos Andrés Pérez no llegó ni
al 1%. Al final se impuso Chávez, y como lo había prometido empezó a demoler el
llamado puntofijismo. Comenzó convocando una Asamblea Nacional Constituyente
que redactara una Constitución para sustituir a la “moribunda” de 1961; se
eliminó el viejo Congreso, y se eligió un nuevo cuerpo legislativo llamado
Asamblea Nacional; así sucesivamente Chávez, apoyado en su carisma, en la renta
petrolera, y en los garrafales errores cometidos por la oposición (candidatura
de Arias Cárdenas, Golpe de Estado del 11 de abril de 2002, paro petrolero,
retiro de la Asamblea Nacional); se convirtió en una especie de héroe de
película infantil; aquel que quiere hacer el bien, y tiene la capacidad y la
fuerza para derrotar a todos los malos que lo atacan; de esta manera vence a
Manuel Rosales con casi dos tercios de la votación en el 2006; y adicionalmente
queda con la mejor oportunidad que Presidente alguno ha tenido; los ingresos
fiscales más grandes de la historia de Venezuela; y un poder político
envidiable, 21 de 23 gobernaciones, la Asamblea Nacional en pleno, el resto de
los poderes públicos a su servicio, el control total de la Fuerza Armada, y de
la caja chica de PDVSA. El viejo sistema estaba demolido, venían los años de
trabajar, de construir.
El gobierno pone a prueba a las personas. Es de antigua sabiduría
criolla esperar que alguien haya mandado para formarse un juicio definitivo a
cerca de su condición humana. El gobierno muestra al competente y al
incompetente. Al honesto y al pícaro. Al proclive a la rectitud, y al propenso
a caer en tentaciones. Al inmediatista, y al de mayor aliento y mirada más
dilata. Al velocista y al corredor de fondo. Al inteligente y al bruto, así
como a la abundante gama intermedia. Al sabio y al necio. Al humilde y al
soberbio. Al modesto y al vanidoso. Al generoso y al egoísta. Al trabajador y
al flojo. Al hablador y al hacedor. Y a la proporción de cada uno de esos modos
que habita en cada uno de nosotros, seres imperfectos, falibles, caracterizados
por nuestras limitaciones y por nuestra escasa, o al menos intermitente,
conciencia de ellas. (Ramón
Guillermo Aveledo. El llanero solidario. Páginas 194 y 195).
En mi humilde opinión, Hugo Chávez, a pesar de la elección “cerrada y
cuestionada” de Nicolás Maduro el 14 de abril de 2013, resultó aplazado en esta
prueba. Comenzó este nuevo periodo (2007 – 2013) con todas las bondades antes
descritas, pero en vez de trabajar y construir a favor de las grandes
necesidades que hay en el país; empezó utilizando todo el aparato del Estado
para constituir el PSUV, e intentando una reforma constitucional que tenía como
propósito principal permitirle un tercer periodo presidencial, utilizando entre
otras consignas “la voz del pueblo es la voz de Dios”, cuyo resultado fue el
que menos esperaba, su derrota el 02-12-2007; en vez de aceptar este revés con
criterio pedagógico y dedicarse a trabajar, a construir; en el 2008 se
involucró de lleno con toda la maquinaria del Estado en las elecciones de
gobernadores y alcaldes, en clara violación al artículo 145 de su propia
Constitución “los funcionarios públicos y funcionarias públicas están al
servicio del Estado y no de parcialidad política algunas”; sin embargo, algunos de sus candidatos
resultaron derrotados, siendo emblemático el caso de Diosdado Cabello, a quien
“la voz del pueblo, la voz de Dios” en el estado Miranda no reeligió producto
de su incompetencia, y de sus innumerables denuncias de corrupción, a pesar de
ello Chávez, al día siguiente de entregar dicha gobernación, lo nombró
Ministro. Al entrar el 2009, de nuevo elecciones, se decidía la enmienda que le
permitiría su tercera elección, esta vez la victoria le sonrió. Llegaba el
2010, y de nuevo Chávez, toda la maquinaria del Estado, y un nuevo elemento,
una Ley electoral, que haciendo un fraude constitucional, permitió que el PSUV
sacando menos cantidad de votos que la oposición, obtuviera mayor cantidad de
diputados en la Asamblea Nacional. La voz del pueblo, la voz de Dios volvía a
quedar a un lado. Sonaron las doce campanadas, estábamos en el 2011, al fin un
año sin elecciones, llegó el año de trabajar, de construir; hay que tomar en
cuenta que cada proceso electoral le cuesta al país, sin meter las
colateralidades, 300 millones de dólares; resulta que apareció la noticia que
nadie esperaba, Chávez tenía cáncer, y como todo ser humano debía tratarse la
enfermedad, no voy a profundizar en detalles porque es un hecho reciente,
conocido por todos; lo cierto es que a pesar de ello presentó su candidatura
para su segunda reeleción, de nuevo el PSUV, los recursos públicos, y toda la
maquinaria del Estado lo llevaron a una victoria. Decía Otto Von Bismarck,
primer ministro alemán a finales del siglo XIX: “Los políticos se preocupan
por las próximas elecciones, los estadistas, por las próximas generaciones”. No pudo tomar posesión, el país estuvo
durante tres meses entre rumores, contradicciones ministeriales, e incertidumbre;
posteriormente hubo las elecciones del 14 abril de 2013 con los ya conocidos
resultados.
Así pasaron los 14 años de Chávez, donde se dilapidaron más de un
BILLÓN de dólares, entre elecciones, marchas, eventos internacionales donde
Venezuela ponía los reales para que otros países hicieran buenos negocios,
culto a la personalidad, muy pocas obras públicas, una economía distorsionada, corrupción
y populismo; a cambio nos queda un país más improductivo, gracias a las
expropiaciones, intervenciones, invasiones, confiscaciones, controles; las
mismas desigualdades sociales, una inseguridad y violencia que nos azotan,
corrupción descarada y desenfrenada, servicios públicos casi gratuitos pero de muy
mala calidad, desabastecimiento. Se perdió una gran oportunidad para trabajar, para
construir; una vez más no se “sembró el petróleo”, como dijo mi tocayo Uslar Pietri; bien lejos quedó
la promesa hecha al viejo General en retiro, en mayo de 1998, cuando le dijo “Usted
representa lo que yo deseo hacer, General” y Pérez Jiménez le respondió: “y usted representa
lo que yo anhelo. Venezuela, con su Presidencia, volverá a ser la nación que
soñó Bolívar”. (Carlos
Alarico Gómez. El último dictador. Página 179).