La noche en que Artur Mas se inventó lo de Puerto Rico
Graciano
Palomo
Me cuentan en la ciudad condal que el carajal Mas
avanza imparable hacia el abismo. Como no podía ser de otra forma cuando se
abre la caja de Pandora.
Pues hete aquí que unas horas después de que el
President se apuntara directamente a la secesión, los que realmente mandan en
aquel territorio le dijeron: “muchacho, vente pacá que te
vamos a invitar a cenar…”
Me refiero a lo que Jordi Pujol
(ahora acongojado hasta extremos impredecibles, sobre todo, después de recibir
la durísima carta de su otrora amigo Roldolfo
Martín Villa recordando que no se
puede traicionar el espíritu de la Transición) denominaba “economía
productiva”, léase Isidro
Fainé, Carulla, Roca, Lara, Godó, Ferrer
Sala, Raventós, García Nieto y un etcétera muy selecto. Pues bien, en el bien
amueblado domicilio de uno de ellos le pidieron cuentas, calculadora en mano,
y, sobre todo, la hoja de ruta.
Mi fuente, mejor dicho mis fuentes, subrayan que al
Molt Honorable no le llegaba la camisa al cuello; tartamudeaba (en catalán,
claro) para finalmente inventarse lo del “estado libre asociado” al estilo de
Puerto Rico,
que precisamente estas semanas decide si continúa en la Unión
norteamericana o se queda aislado.
Algunos de los convidados se llevaban las manos a
la cabeza. ¡Este tío está completamente loco! ¡Al abismo nos conduce!
Lo
más sustancioso no fueron las explicaciones de Mas. Lo relevante es que le
exigieron que no perjudicara sus negocios en el resto de España o que se
atuviera a las consecuencias…