El presidente más afortunado de Africa
Por
Eduardo Febbro
Hay
hombres que merecen su lugar en la historia. Las democracias occidentales
–y no son las únicas– les reconocen ese derecho especial
y por ello, entre petróleo, gas, bosques y explotación minera,
les han cedido privilegios y honores exorbitantes a un puñado
de dictadores corruptos y homicidas que tienen en los bancos
internacionales más plata que el presupuesto nacional del
país que dirigen. El presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang
Nguema Mbasogo, es uno de ellos. Este dictador lleva 31
años en el poder y hoy es el presidente de la (...)
Unión Africana (UA), el organismo panafricano fundado gracias a la abnegación de Muammar Khadafi. Teodoro Obiang Nguema Mbasogo es un dirigente clave y un hombre excepcional. Con una fortuna personal de 468 millones de dólares, más que la reina de Inglaterra y el emir de Kuwait, el presidente de Guinea Ecuatorial es el jefe de Estado africano más rico del continente. Prueba de su opulencia, la policía francesa incautó en estos días una pizca de la fabulosa fortuna que atesora su familia, en este caso su hijo Teodorín: en la lujosísima Avenue Foch de París el potentado Teodorín, también ministro
Unión Africana (UA), el organismo panafricano fundado gracias a la abnegación de Muammar Khadafi. Teodoro Obiang Nguema Mbasogo es un dirigente clave y un hombre excepcional. Con una fortuna personal de 468 millones de dólares, más que la reina de Inglaterra y el emir de Kuwait, el presidente de Guinea Ecuatorial es el jefe de Estado africano más rico del continente. Prueba de su opulencia, la policía francesa incautó en estos días una pizca de la fabulosa fortuna que atesora su familia, en este caso su hijo Teodorín: en la lujosísima Avenue Foch de París el potentado Teodorín, también ministro
de
Agricultura y Bosques de esta ex colonia española, tiene un departamento
de 5000 metros cuadrados que consta de seis pisos, 101
habitaciones, un comedor con columnas de coral, una vajilla de
colección de 500 platos, una mesa de cristal de 200 metros de largo,
un dormitorio de 200 metros cuadrados, una peluquería, una discoteca
insonorizada, un casino al mejor estilo de Las Vegas y un montón
de ropa, joyas y vinos por varios millones de euros. Esto es apenas
un segmento de la cleptocracia sin frenos: los Obiang tienen propiedades
de sueño hasta en Río de Janeiro o Malibú.
El
año pasado, respondiendo a una querella presentada por la ONG
Transparencia Internacional contra los dirigentes africanos que
habían acumulado en Francia fortunas monumentales, la Justicia
lea incautó a los Obiang once coches de lujo. Entre ellos había
un Aston Martin rojo V8 V600 Le Mans (hay apenas cuarenta ejemplares
en el mundo), un Rolls Royce Phantom coupé, Ferraris, Porsches
y un Maserati MC12, del que sólo existen cincuenta. El insigne
Teodorín gana oficialmente 3300 euros mensuales. ¿De dónde
vendrá el dinero con que se compró estos autos y los demás objetos
hallados en su residencia de París? El hijo del dictador cobra
abultadas comisiones a las multinacionales madereras que
operan
en los bosques tropicales de Guinea Ecuatorial. Fuentes de
Transparencia Internacional adelantaron que se trata de una suerte
de impuesto revolucionario aplicado a las multinacionales. Su resultado
es el botín fabuloso encontrado en la casa parisina de los Obiang:
un reloj Piaget Polo adornado con 498 diamantes (598.000 euros),
dos jarras de porcelana (220.000), tres jarrones del siglo XVIII
con elefantes y rinocerontes (500.000 euros), una cómoda de la
época Régence (2,8 millones), un lote de 300 botellas de vino Chateau
Petrus (2,1 millones), más otro lote de Romanée-Conti (250.000
euros).
Una
gran parte de la población de Guinea Ecuatorial vive en una extrema
pobreza y reprimida, pero a las capitales que hacen negocios
con el poder y reciben sus fondos poco les importa. Este país
de Africa occidental tiene apenas un millón de habitantes. Hoy es
el tercer productor subsahariano de petróleo y gas gracias a la presencia
de los grupos petroleros extranjeros que se instalaron en los
años ’90.
Además
de estar al frente de su país y de una organización de 53
naciones como la UA, Teodoro Obiang Nguema Mbasogo ha
sido un dictador persistente: en sus tres décadas de poder apenas
perdió un puñado de votos. Llegó a la presidencia en 1979 mediante
un golpe de Estado y en 1989 organizó un simulacro de elecciones
que ganó con 99,96 por ciento de los votos. El gran Teodoro
se hizo reelegir en 1996 con el 99 por ciento, en 2002 obtuvo
el 97 y en 2009, 95,4. Toda una hazaña que le valió figurar en
el tercer puesto de la lista de los diez mejores presidentes electos
del mundo, justo detrás del de Djibuti, Ismail Omar Guelleh, electo
con el ciento por ciento de los votos, y del presidente sirio
Bashar al Assad, 97,6. El décimo puesto lo ocupaba el ya renunciado
presidente de Egipto Hosni Mubarak (88,6).
Sus
vínculos con la mafia y la corrupción son tan notorios que los
analistas regionales le pusieron un curioso calificativo: narco- petro-dictador.
Teodoro Obiang Nguema Mbasogo es un producto de
la historia colonial y de la posición que Occidente adoptó con esas
encarnaciones del mal cuyos tronos están apoyados sobre suelos
desbordantes de hidrocarburos. Con ellos se compraron las medallas
y el silencio occidental. Y no sólo Europa o los Estados Unidos.
El presidente Teodoro Obiang Nguema Mbasogo posee en
Río de Janeiro un departamento de cerca de 3000 metros cuadrado
en el barrio de Ipanema por el que pagó 34 millones de euros
(80 millones de reales). Esos dirigentes asisten a cumbres internacionales,
realizan visitas de Estado con todos los honores, se
visten con la alta costura de París mientras sus sociedades sucumben.
Son, además, muy celosos del respeto de su estatuto. Cuando
el presidente de Guinea Ecuatorial visitó la Argentina en
2008 para firmar una serie de acuerdos bilaterales, Cristina Fernández
de Kirchner le recordó al mandatario algunas de sus obligaciones
básicas. En el acto protocolar realizado en el Salón Blanco
de la Casa Rosada, la Presidenta argentina le dijo a Obiang que
no podía dejar pasar la ocasión para señalarle su “honda preocupación
por la situación de los derechos humanos denunciada por
las Naciones Unidas en su país”. El guineano se enfureció y casi
se fue dando un portazo.
El
hijo del protodictador lleva una existencia dorada de playboy: vive
entre Estados Unidos, Brasil, Canarias y París. Los jueces de
Francia están seguros de que el ministro Teodorín Obiang se compró
todas esas riquezas gracias a fondos públicos sustraídos ilegalmente.
La empresa maderera guineana Somagui Forestal, que
pertenece al ministro, realizó una serie de giros y transacciones sospechosas
al exterior y a partir de allí se remontó la pista. Tal vez
no sea el último. Transparency International interpuso otras demandas
similares por los “bienes mal adquiridos” contra otros dos jefes
de Estado africanos: el gabonés Omar Bongo y el congolés Denis
Sassou-Ngue-sso. Françoise Desset, la jueza encargada de
delitos financieros, los acusa de “desvío y recepción de fondos públicos”,
“blanqueo de dinero”, “abuso de bienes sociales” y “abuso de
confianza”.