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02 junio, 2011

Largas colas para conseguir una bombona: Comprar el gas se he convertido en una odisea para los venezolanos



José Marcano trabaja por su cuenta y cada vez que se acaba la bombona de gas en su hogar, lo cual ocurre cada mes, deja de percibir su ingreso porque tiene que hacer una cola en el depósito de Pérez Gas en Naguanagua. A veces consigue la bombona pequeña, pero la mayoría de las veces debe “perseguir” un camión distribuidor para conseguir un cilindro. José no tiene carro, el recorrido lo hace en taxi y suele pagar unos 100 bolívares por el recorrido.

Juliana Sánchez es madre soltera, para ella es más difícil adquirir la bombona de gas. Tiene que pedirle el favor a un vecino o a su hermano, pero ha tenido que esperar hasta quince días para ser reabastecida. “Antes el camión pasaba por mi casa casi a diario y era fácil reabastecerme de bombonas, ahora es toda una odisea porque trabajo todo el día, vivo sola con mi hija y mi mamá que es mayor y hay escasez, definitivamente es un desastre comprar el gas”, cuenta.

Ligia tiene 3 hijos y se turnan para levantar la bombona de gas en hombros y recorrer las bodegas y lugares de expedición. A veces tienen que recorrer 4 y 5 puntos de venta sin tener resultados positivos. Tuvieron que comprar una hornilla eléctrica para estas contingencias.

Las historias son miles y miles los malestares. De tener un camión que regularmente distribuía el gas, sea cual fuera la marca de la bombona, ahora deben trazar estrategias para conseguir un cilindro y lejos de ahorrar dinero debido a que los precios están regulados, gastan más, bien sea en movilización o en pagar a los especuladores que ante la carencia hacen de las suyas.

Largas colas desde las 4 de la madrugada hasta las 2 de la tarde y esperar el camión que contiene cantidades insuficiente de bombonas y costos muy por encima del precio establecido son las constantes entre quienes desean comprar un cilindro de gas.

Los números no cuadran
Mucha alharaca hizo el Gobierno Nacional al afirmar que el gas por tubería sería la panacea en un país donde este se quema en los complejos petroleros. Sin embargo, solamente un 16% de la población recibe gas directo. Unos 4 millones 200 mil hogares en Venezuela utilizan bombonas contra los 800 mil hogares que se benefician con el servicio directo suministrado la filial que creó Petróleos de Venezuela ­Pdvsa Gas Comunal.

Quienes reciben bombonas a través de pedidos telefónicos debe esperar entre 21 días y un mes para ser abastecidos. No obstante, la población más afectada es aquella que compra sus cilindros en bodegas o demás centros de abastecimiento en zonas populares. Lo que es muy común es pagar la bombona muy por encima del precio regulado para poder hacerse con una unidad.

En Caracas y en el estado Miranda la responsabilidad la asumió la empresa estatal ­que adquirió las compañías Vengas y Tropigas, y más recientemente Tauro Gas, pero hay quejas de los usuarios porque el servicio es intermitente: un pedido puede atenderse en corto tiempo, ­por lo menos 4 días, no obstante en el siguiente no existe la misma celeridad.

En el interior del país se presenta la misma situación con empresas privadas, cuyas fallas vienen aumentando debido a las pérdidas que registran y porque la ayuda financiera que ofreció Pdvsa se ha concretado parcialmente.


Falta de cilindros y problemas en refinación agudizan la crisis

Otro problema en el suministro del gas doméstico es el déficit de cilindros. El más usado es 10 kilos (el más pequeño) el cual es usado por unas 3 millones 300 mil familias, lo que significa el 70% del mercado. Esta bombona está regulada en 3,70 bolívares, sin embargo el costo de esta puede llegar a 20 bolívares si es adquirida en camiones fuera de sus puntos de distribución o en puntos de venta.

Aunque Pdvsa ha intentado reducir el comercio informal mediante el trabajo con los consejos comunales, el alcance ha sido limitado y se ha circunscrito principalmente en Caracas, el resto de país vive la zozobra y comprar una bombona de gas se ha vuelto casi una proeza. Sumado a esto, el suministro de gas no escapa a los problemas que hay en el área de refinación, lo que ha impedido que en ocasiones se pueda cubrir un consumo.

La gente exige respuestas
La mayoría de las personas consultadas opinan que es preferible que se aumente el precio a pasar tantas penurias para comprar una bombona. “Al final se gasta más en taxi o pasaje o en tiempo invertido en perseguir una bombona que lo que pudiera pagarse por aumento”, señala Nancy quien a veces debe faltar a su trabajo para comprar el gas.

También se plantea que aumenten los puntos de venta de cilindros, sobre todo en las barriadas populares, donde la gente pasa más trabajo. Ervin Sandoval piensa que “lo ideal sería que se volviera a vender gas en las bodegas, donde conseguíamos el gas, antes de que Pdvsa centralizara la distribución”.

Por supuesto – plantea Daniela, otra compradora- la solución a largo plazo es que toda la población se abastezca de gas directo, lo cual sería más cómodo y seguro. “Pero eso se ve tan lejos, pues se ha evidenciado demasiada incompetencia y desidia por parte de Pdvsa”.