Hace unos días un conocido criminólogo venezolano declaró a los medios de comunicación que en los últimos años “la industria del secuestro” había crecido 430% en nuestro país. La verdad es que no sabemos si la cifra dada por ese investigador es fiable o no, en Venezuela los datos oficiales en materia de delitos para nada retratan la realidad, entre otras razones, porque la mayoría de los hechos delictivos no son denunciados por la victimas, sin embargo, pareciera, por informaciones que recibimos a diario, que hay un aumento desorbitante de las diferentes modalidades del secuestro; todos los días, por alguna razón, llegan a nuestros oídos casos que no trascienden a la opinión pública.
El secuestro es uno de los delitos más abominables porque no solamente afecta al secuestrado sino que, además, aterroriza a su familia y a su comunidad, de allí la gravedad de esta situación.
Pero el secuestro es un tipo delictivo de los muchos que se cometen en Venezuela y que no parecen tener control, el Estado luce rebasado por el crimen, sin iniciativas, apenas repite estrategias a todas luces agotadas sin atacar el fondo del problema, hoy más que nunca es preciso un gran acuerdo entre los venezolanos para enfrentar la terrible realidad que hoy acorrala a nuestra sociedad. El hampa ataca y tenemos que defendernos. Es ahora o nunca
