Gis Tovar
Hablar de Economía Informal es sumergirse en un mosaico de posibilidades donde la realidad del trabajo se hace presente con sabor a gente.
En Venezuela la informalidad ha venido creciendo año a año desde el año 92 cuando ya teníamos el 39.9% de la población en ese sector a la década del 2000 donde estamos por encina del 60% de las personas que trabajan (cifras INE).
Hay múltiples experiencias, unas exitosas, otras constantes, algunas resistentes, unas que atienden mercados específicos y otras que simplemente sobreviven en el día a día buscando un ingreso que les permita apoyar a sus familias.
Las personas que se encuentran aquí echan mano de sus conocimientos y habilidades, de su red de relaciones (vecinos, amigos), del conocimiento que tienen de la ciudad y se inician con su arreglo, con un dinero prestado o dan continuidad a un negocio de tradición familiar.
Esta situación no es nueva en el mundo, ni es un fenómeno que esta de moda, los trabajadores por cuenta propia (como de llama a los que laboran aquí) parten de un profundo compromiso, por la necesidad imperiosa de mantener a sus hijos y buscar alternativas “para que no les falte nada”
Partiendo de esa premisa vemos como el hogar se adecua y cede un espacio al negocio, en una habitación, en el porche, el garaje o la sala, se abre campo un negocio que poco a poco reintegrara a ese grupo un impacto positivo en sus vidas, observamos que el 75% de las microempresas urbanas están ubicados en las viviendas familiares, en las avenidas principales de nuestras comunidades populares, para muestra tangible tenemos la Av. Aranzazu, la sesquicentenario, la Enrique Tejera, las calles del hambre de Naguanagua, La Isabelica, entre otras.
Quien lleva adelante el negocio asume todas las funciones, el se entiende con los proveedores, hace las compras, abre y cierra el local, asume los pedidos, anima a su familia a trabajar allí, contrata algunos conocidos si tiene despachos adicionales, les enseña el oficio, se encarga de los servicios, de la calidad del producto y la atención al cliente, en síntesis en concentra el fuerte, el eje neural del negocio.
Hoy día hay una presencia importante de la mujer al frente de esta experiencia, el 60 -70% de los de las carteras de microcrédito del país están bajo los hombros de las mujeres, quienes evidencian altos niveles e responsabilidad y puntualidad en los pagos.
Un aspecto a destacar es que aquí predomina el Trabajo sobre el Capital y no como en la empresa tradicional o formal que es el Capital sobre el trabajo, es el ser humano el motor de los negocios, la capacidad de planta, los medios de producción son escasos, casi siempre domésticos, poco a poco con el crecimiento se comienza a incorporar mejor tecnología y a adecuar los espacios de la vivienda para desarrollar el negocio.
Realmente el factor fundamental aquí es el talento que poseen quienes dirigen estos negocios, que se basa en la capacidad de conjugar sus fortalezas, la creatividad, la rapidez para tomar decisiones, el conocimiento de las redes urbanas, el conocimiento a sus clientes y la visión a futuro.
Si bien es un mundo no tan fácil ni sencillo y hay muchas aristas, muchas teorías que inciden en este sector, lo cierto del caso es que es una escuela riquísima en experiencia de esfuerzo, compromiso, responsabilidad, creatividad e ingenio que surge de la realidad del pueblo y que aporta al mundo laboral elementos y aportes claves para el concepto contemporáneo del trabajo.