La encrucijada sobre el uso de misiles de la OTAN por Kiev
Washington mantiene el veto a Ucrania para atacar el corazón
de Rusia con armamento de la Alianza Atlántica. La decisión final está en el
aire y la Casa Blanca evalúa las inquietantes consecuencias que tendría esa
acción.
Por Juan Antonio Sanz
Washington descarta, de momento, autorizar a Kiev el uso de
los misiles de largo alcance ATACMS y Storm Shadow para atacar objetivos militares en el interior
de Rusia.
No obstante, la decisión final está en el aire y la Casa Blanca evalúa sus
inquietantes consecuencias. Moscú afirma que tal paso supondría la guerra con
la OTAN y Estados Unidos se toma más en serio que sus aliados europeos la línea
roja trazada por el Kremlin.
Este viernes, el líder ucraniano, Volodímir Zelenski, recibió un jarro de agua fría cuando ni el presidente estadounidense, Joe Biden, ni el primer ministro británico, Keir Starmer, reunidos en Washington, dieron esa autorización, que en Kiev daban ya por inminente, después de semanas de presiones sobre sus aliados.
Incluso Canadá, miembro también de la OTAN, mostró en las
últimas horas su apoyo al empleo de los misiles de largo alcance contra Rusia. Según el Instituto para
el Estudio de la Guerra (ISW), con sede en Estados Unidos, si se levanta ese
veto, 200 objetivos clave rusos, como bases, centros de mando y arsenales,
estarían al alcance de los misiles occidentales más destructivos disparados por
el Ejército ucraniano.
Pero EEUU sopesa los pros y los contras, que son muchos,
sobre todo cuando las elecciones presidenciales están a la vuelta de la
esquina, en noviembre. Y aunque Londres quiere dar ese permiso, sus acuerdos
militares con Washington sobre este tipo de misiles, que incluyen tecnología estadounidense, bloquean
aún la autorización.
El asesor de comunicaciones de Seguridad Nacional de la Casa
Blanca, John Kirby, fue
tajante sobre la reunión entre Biden y Starmer, y el asunto de los misiles:
"No hay, al respecto, ningún cambio en nuestra política".
Según el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, en realidad la Casa
Blanca ya habría decidido dar ese permiso y en cuestión de días se podría
levantar ese veto.
Putin: la OTAN, en guerra con Rusia
si se lanzan esos misiles
Por eso, el presidente ruso, Vladímir Putin, no dudó en amenazar directamente esta semana a la
OTAN con una conflagración armada si EEUU, Gran Bretaña, Francia, Alemania e
Italia autorizan el uso de los misiles que han donado a Ucrania contra
instalaciones militares rusas a cientos de kilómetros del campo de batalla.
"No se trata de permitir que el régimen ucraniano ataque
a Rusia con estas
armas o no. Se trata de decidir si los países de la OTAN se involucran
directamente o no en un conflicto militar" contra Rusia, dijo Putin a la
televisión estatal rusa.
"Si se toma esta decisión, no significará otra cosa que
la participación directa de los países de la OTAN, Estados Unidos y los países europeos en la guerra en Ucrania.
Será su participación directa y esto, por supuesto, cambiará significativamente
la situación, la esencia y la naturaleza misma del conflicto", agregó.
Según Putin, los datos satelitales de los blancos rusos y la
programación real de las rutas de vuelo e impacto de los misiles tendrían que
ser aportados y calculados por personal militar de la OTAN, al no disponer Ucrania de esa capacidad
tecnológica.
Putin amenazó con tomar "decisiones apropiadas" si
se materializa esta amenaza, sin precisar qué tipo de medidas adoptaría. Sin
embargo, las reiteradas alusiones en los últimos días de altos dirigentes rusos
y del propio Putin al inminente cambio de la doctrina nuclear militar rusa
dejan pocas dudas sobre la naturaleza de esa disuasión.
La paciencia nuclear rusa tiene un
límite
Este sábado, uno de los lugartenientes de Putin, el
expresidente ruso y actualmente miembro del Consejo de Seguridad de
Rusia, Dmitri Medvédev,
subrayó que "una respuesta nuclear es una decisión extremadamente compleja
de consecuencias irreversibles". Sin embargo, apuntó, "toda paciencia
tiene un límite".
La advertencia de Medvedev hace sonar todas las alarmas, pues
refleja la creciente opinión entre los halcones más radicales del Kremlin, la
Duma y el ejército rusos de que es necesario hacer entender a Occidente que
Rusia podría usar armas nucleares de
forma preventiva y con un alcance limitado, y no solo si es objeto ella misma
de un ataque atómico.
Y se recuerda que EEUU ya utilizó armas nucleares para poner
fin a la guerra con Japón, en agosto de 1945, y abrir paso a las negociaciones
de paz.
Los europeos no se creen las
amenazas de Putin
En Europa no se toman muy en serio las advertencias rusas, se
las considera mera propaganda y crece el respaldo al uso de los misiles ATACMS, Storm Shadow (británicos) y
Scalp (franceses). En Alemania, la presión es también grande para entregar a
Ucrania misiles Taurus, también de largo alcance, y en Italia de momento hay
dudas para permitir el uso por Kiev de los Storm Shadow donados por Roma.
Pero es EEUU el que, realmente, tiene la última palabra. En
el Pentágono ya se analizan las posibles respuestas rusas, poniéndose en lo
peor, desde un ataque nuclear
táctico contra Ucrania o la destrucción de las partidas de misiles
que habrán de llegar a territorio ucraniano incluso directamente en los países
de la OTAN desde donde se despachan esas armas.
Envíos que deberán ser cuantiosos, si se quiere que tengan
algún efecto en la guerra. Sin embargo, ni los estadounidenses ni sus aliados
europeos andan sobrados de este tipo de armamento y no pueden disponer de todos
sus arsenales para Ucrania si, además, hay una amenaza rusa de guerra total.
Los aliados creen que Rusia no se arriesgaría a una
confrontación abierta con la OTAN (que podría llevar a la destrucción mutua
asegurada) si se autoriza el uso de esos misiles o incluso, como pide Kiev, se
derriban desde los países vecinos de Ucrania misiles lanzados por Rusia contra las
infraestructuras y las ciudades ucranianas.
Por su parte, los estrategas del Kremlin creen que si hay un
ataque quirúrgico ruso contra una base de la OTAN vecina a Ucrania desde donde
se envían esos misiles o se despachan F-16 para la fuerza aérea ucraniana, ni EEUU ni Bruselas se
arriesgarán a una guerra convencional, y menos aún una nuclear, contra Rusia.
Ante tales incertidumbres, la escalada de tensión está
asegurada. Este es el mayor momento de riesgo de confrontación directa entre
Occidente y Rusia desde que comenzó la guerra de Ucrania el 24 de febrero de
2022 con la invasión rusa. Y es un gravísimo error pensar que, si hasta ahora
Moscú permitió que Bruselas y Washington cruzaran una línea roja tras otra en
su creciente involucración en la guerra, no pueda el Kremlin considerar el
próximo desafío como una declaración de guerra sin retorno.
Biden tiene en mente los comicios
de noviembre
Las elecciones del 5 de noviembre en Estados Unidos marcan
también la decisión que pueda tomar Biden. El rival de la vicepresidenta Kamala
Harris, el expresidente Donald
Trump, ha prometido poner fin a la guerra de Ucrania si gana los
comicios. Sus lazos de antaño con Putin hacen tal opción muy plausible. O por
lo menos la alternativa de dejar a Europa sola en su apoyo a Ucrania.
Y la amenaza de una guerra mundial no es precisamente la
promesa electoral que quieren escuchar los votantes estadounidenses.
Por eso crece el nerviosismo en Kiev. Zelenski tiene muchos
frentes abiertos para involucrar directamente a Occidente en la guerra, que es
su ciega estrategia desde
el principio de la contienda, y ninguno acaba de dar frutos.
El presidente ucraniano ha llamado a la convocatoria de una
nueva conferencia internacional de paz sobre su país, similar a la celebrada en
Suiza en junio y que, al no haber invitado a Rusia, fue desdeñada por buena
parte de la comunidad mundial.
Ahora Zelenski quiere un nuevo foro de paz que se celebraría en noviembre, con Rusia
incluida. Pero para acudir con fuerza a esta reunión, el líder ucraniano
necesita algún tipo de victoria, siquiera pírrica, sobre Rusia.
Y los misiles de largo alcance occidentales volando rumbo a
Moscú se la podrían proporcionar, independientemente de que no cambien el curso
de la contienda.
El tiempo en contra de Ucrania
Sin embargo, el tiempo juega en contra de Ucrania. La
ofensiva lanzada por Kiev el 6 de agosto en el sur de Rusia, con la ocupación
de un pequeño sector de la región de Kursk, corre el riesgo de fracasar y de que miles de sus tropas
queden aisladas en territorio enemigo por la contraofensiva rusa de los últimos
días.
Este sábado, el Ministerio de Defensa ruso informó de que su
Ejército impidió en las últimas 24 horas al menos cinco intentos ucranianos
para penetrar nuevamente en Kursk en apoyo de los miles de soldados allí
desplegados y que podrían quedar envueltos en una bolsa por los rusos.
Las noticias no son halagüeñas tampoco desde el frente del
este, donde los rusos siguen avanzando en la región de Donetsk con el objetivo de tomar
Prokovsk, una ciudad importantísima, como centro militar y nudo de
comunicaciones y tránsito de suministros.
Por eso, Biden, tras su reunión con Starmer, quiso lanzar un
mensaje de retórico optimismo. "Está claro que Putin no prevalecerá en
esta guerra. El pueblo de Ucrania prevalecerá", afirmó. Las palabras del
primer ministro británico fueron, sin embargo, más inquietantes. Los próximos
meses, dijo Starmer,
"serán muy importantes" para el rumbo de la guerra.
Para los ucranianos, efectivamente, los meses próximos serán
cruciales. Pero hay muchos imponderables que deben cumplirse: que puedan atacar
el corazón de Rusia con misiles occidentales, que la ayuda estadounidense en
armas (hasta el momento 55.000 millones de dólares) no cese, gane quien gane
las elecciones de noviembre, y, sobre todo, que Moscú se quede quieto sin
responder a estas amenazas, lo que está claro que no va a suceder.
Público - Tomado de
Página 12 / Argentina. Imagen: AFP.