Luz Araceli González U. / @laguresti
En junio de 1970, el diplomático
estadounidense Henry Kissinger afirmó: “No veo por qué tenemos que
esperar y permitir que un país se vuelva comunista debido a la
irresponsabilidad de su propio pueblo”. Ello en alusión al triunfo
electoral que se veía venir del socialista Salvador Allende en Chile.
En plena Guerra Fría, la idea
de un gobierno de orientación socialista en América Latina, después de la
experiencia cubana, era un acto que atentaba contra los valores de la democracia
liberal y los intereses hemisféricos de Estados Unidos.
La democracia liberal que tanto han impulsado los gobiernos occidentales, particularmente Estados Unidos y la actual Unión Europea, promueve, entre otros valores: la división de poderes, la defensa de todas las libertades como la de expresión, de tránsito, de empresa, la defensa irrestricta del Estado de derecho y la creación de todo un sistema institucional de pesos y contrapesos que eviten la concentración del poder en una sola instancia.
A este modelo liberal también se
suma la promoción de los derechos humanos y la participación de la ciudadanía
en los procesos de toma de decisiones en los asuntos públicos.
Hoy no solo los gobiernos de
orientación populista de izquierda están poniendo en riesgo a la democracia
liberal, sino también el resurgimiento de modelos políticos que se pensaban ya
superados después de la experiencia de la Segunda Guerra Mundial, es decir, los
regímenes de extrema derecha.
EXTREMA DERECHA Y POPULISMO SE
CONSOLIDAN EN TODO EL MUNDO
Después de 54 años, aquella frase
de Kissinger en la que hace alusión a la “irresponsabilidad del pueblo” parece
recobrar renovada vigencia, pues ha sido a través de las urnas que el pueblo ha
llevado a gobiernos radicales en América Latina, como Venezuela, Nicaragua,
Bolivia, e incluso Brasil y México, al tiempo que la oleada de extrema derecha
se consolida en Europa también por el resultado en los comicios. Todo parece
indicar que el triunfo en las urnas ha sido contundente a favor de estos
partidos y movimientos extremistas, sean de izquierda o de derecha.
América Latina y Europa son un
claro ejemplo del avance de estas fuerzas radicales como resultado de la
ineficiencia de los gobiernos conservadores y liberales que no han atendido
eficientemente los grandes rezagos de la sociedad. La desigual distribución de
la riqueza, la falta de oportunidades, la pobreza y la marginación de
importantes sectores de la sociedad han sido bandera de campaña ampliamente explotadas
por estas alternativas extremas.
Izquierda o derecha, en sus
expresiones radicales ensalzan discursos que fracturan el tejido social dentro
del Estado antagonizando a unos contra otros, ya sean ricos contra pobres,
nacionales contra inmigrantes, conservadores contra reformistas, cuando en
realidad en el centro del debate debiera estar la supervivencia de las
instituciones democráticas.
Lo más paradójico del momento
actual en el que están en riesgo estas instituciones por el arribo de gobiernos
de extrema derecha y populistas es que estos están llegando al poder por la vía
democrática, es decir, por procesos electorales en los que la mayoría los ha
votado.
“PUEBLO BUENO, PUEBLO SABIO”, UNA
MÁXIMA MUY DEBATIBLE
Quizá parezca políticamente
incorrecto señalar que estos procesos electorales en los que la mayoría ha
expresado su preferencia sean una “irresponsabilidad del pueblo”. No obstante,
la historia nos recuerda cómo por la vía de las urnas llegaron al poder el
Partido Nacional Socialista Alemán en 1933, y en 1921, el Partido Nacional
Fascista en Italia, ambos de extrema derecha, entre otros, que decantaron hacia
formas absolutamente totalitarias.
No es de extrañar que hoy
nuevamente el gobierno en Italia está encabezado por una primera ministra de
extrema derecha, Giorgia Meloni. Y en las recientes elecciones en Alemania el
Partido Social Demócrata, que encabeza el gobierno actual de Olaf Scholz,
obtuvo el peor resultado de su historia y se relegó a la tercera posición
después de las fuerzas de derecha y extrema derecha.
Algo similar ocurrió en Francia,
donde el partido gobernante de Emmanuel Macron tuvo también muy malos
resultados. Quedó triunfante el partido Reagrupamiento Nacional, de extrema
derecha, lo que obliga al gobierno en turno a convocar a elecciones
anticipadas.
Esa vieja máxima de “pueblo bueno,
pueblo sabio”, tan socorrida por muchos gobernantes, es absolutamente
debatible. Ese pueblo llevó al poder a Hugo Chávez, a Nicolás Maduro, a Daniel
Ortega, al propio Vladimir Putin y a tantos otros, quienes con toda prontitud
han decantado hacia formas de gobierno autoritarias, dictatoriales y poco
democráticas con el subsecuente desmantelamiento de las instituciones forjadas
por décadas.
El pueblo ha llevado al poder a
estos partidos y agrupaciones radicales. La gran incógnita es si serán capaces
de atender las demandas de las mayorías que les votaron. N
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Luz Araceli González Uresti es
profesora investigadora de Relaciones Internacionales de la Escuela de Ciencias
Sociales y Gobierno del Tec de Monterrey. Los puntos de vista expresados en
este artículo son responsabilidad de la autora.
El cargo Extrema derecha y
populismo: el ascenso de los radicalismos en tiempos de crisis apareció
primero en Newsweek en Español. Tomado de yahoo noticias en español.