El Gobierno sirio condena a Turquía ante la ONU por usar el agua
como un arma de guerra contra los civiles en la provincia siria de Al-Hasaka
(noreste).
“El régimen turco procedió de forma intencional y sistemática
a interrumpir el bombeo de agua potable, privando a 600 mil ciudadanos sirios,
la mayoría niños y mujeres, del agua potable”, ha censurado la Cancillería
siria en dos misivas enviadas el jueves al secretario general de la
Organización de las Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres, y al presidente
del Consejo de Seguridad.
El Ministerio sirio de Asuntos Exteriores recuerda en las
notas que la planta de bombeo de agua Aluk, que está bajo el control de bandas
armadas apoyadas por Ankara, se considera la principal fuente del
abastecimiento de agua potable para la provincia de Al-Hasaka y las zonas
residenciales circundantes.
El régimen turco y sus mercenarios armados han vuelto a
cerrar por tercer día consecutivo la planta de Aluk, cortando
el agua potable a la población civil siria.
La Cancillería siria exige en este sentido a las Naciones
Unidas que condene los crímenes de Ankara y tome medidas inmediatas para
garantizar el suministro de agua potable a los civiles sirios residentes de
Al-Hasaka.
Asimismo, exhortó al organismo internacional a obligar a
Turquía a detener sus actos violatorios al derecho internacional, derechos
humanos y a la carta de la ONU, incluidos ocupar tierras sirias y apoyar a las
bandas extremistas.
El representante del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia
(Unicef) en Siria, Fran Equiza, aseveró el martes que el corte del
suministro de agua potable por parte de los terroristas apoyados por Turquía,
especialmente durante los esfuerzos actuales para frenar la propagación del
nuevo coronavirus (COVID-19) pone en peligro la vida de unos 460 000
sirios.
Con información de Hispan TV