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07 diciembre, 2025

Venezuela: la convivencia entre petróleo y pobreza

Por Isabel Pereira Pizani

Venezuela alberga una curiosa contradicción interna: ser un país petrolero, con las mayores reservas de este combustible fósil derivado de materias orgánicas en el mundo y a la vez ser una sociedad habitada por gente en estado de pobreza. Un estudio del Observatorio Venezolano de Finanzas indica que “el índice de pobreza llegó a 86% en 2024. Se estima que la pobreza multidimensional afecta a alrededor del 52% de los hogares”.

Sin embargo, quizás no es del conocimiento público que en 17 de los 24 Estados que conforman el territorio nacional la única actividad económica relevante es la agricultura.

Esta constatación de la realidad torna inaplazable reflexionar, unir estas afirmaciones: un país con las mayores reservas de petróleo en el mundo y a la vez con 70% de su territorio ocupado sólo por actividad económica derivada de la ruralidad, de la agricultura. Un país donde 80% de sus habitantes vive en situación de pobreza. El último dato de esta curiosa ecuación es que el mundo rural no figura en los llamados “Plan País” presentes y futuros.

Ahora bien, esta no es una circunstancia insalvable que no pueda ser evitada, el mayor ingreso del PIB nacional se deriva del petróleo, aunque la mayor parte del país corresponda a la definición de mundo rural. Es curioso que cuando se definen las grandes propuestas macroeconómicas, la ruralidad, lo agrícola, lo agroalimentario, lo forestal, acuícola, no figuran como objetivos relevantes.

Si quisiéramos avanzar a un país distinto, aceptando la situación de pobreza del 86% de la población, una realidad que sabemos, no se resuelve entregando beneficios, ni bonos, una condición que solo puede ser superada si esta mayoritaria situación   de la población cuenta con un ingreso o salario que le permita no solo resolver sus necesidades básicas sino tener un nivel de vida donde se puedan asumir retos más allá de lo meramente elemental. Una de las más eficientes maneras que tendríamos de usar los recursos derivados del petróleo, sería promover actividades generadoras de ingreso y oportunidades para ese gran mundo rural que permanece en la sombra. Esta afirmación nos refiere a la inclusión en los planes del país de la actividad económica ligada a la agricultura y con ello propiciar la expansión de una agricultura familiar que acoja las miles o millones de familias que han emigrado de la ruralidad, incluyendo medianas y grandes explotaciones agropecuarias, forestales y piscícolas. Es un hecho incontrovertible   que parte de la marginalidad urbana que rodea a nuestras 10 grandes ciudades ha sido arrojada por la quiebra económica de la ruralidad, un fruto de la anulación de la actividad económica y la desprotección social del mundo rural.

No existe ninguna solución o alternativa para millones de venezolanos que hoy conviven en las zonas marginales del país, con difícil acceso a servicios públicos, y con escasa posibilidad de capacitar a sus miembros para que opten a empleos de calidad ya que su única experiencia laboral la constituía las propias de la actividad agropecuaria.

Es imprescindible repetir que en las 2 últimas décadas hemos aprendido amargamente que la pobreza no se resuelve con bolsas de comida ni con bonos extraordinarios para suplir la poca capacidad adquisitiva de los hogares donde el salario mínimo del jefe de familia es el más bajo de Latinoamérica, inferior a países que no tienen petróleo ni otras riquezas como el oro, coltán y etcétera.

Necesariamente, hay que volver la mirada y revalorizar lo que hemos denominado la posibilidad de asumir como gran objetivo nacional avanzar hacia la instalación de un camino que signifique un desarrollo rural integral, definido como un esfuerzo sistémico, simultáneo e inclusivo en los diversos ámbitos de la sociedad rural con la participación de productores pequeños, medianos y grandes, empresarios, trabajadores, apoyados por sus organizaciones propias e instituciones públicas y privadas. Este es un requisito indispensable si queremos dejar de ser un país con grandes reservas petroleras, pero con los índices de pobreza y con el salario más bajo de toda Latinoamérica.

El desarrollo rural para ser integral tiene que combinar una serie de prerrequisitos, la primera aceptar como condición básica el respeto a la propiedad privada, no se puede invertir ni volver al mundo rural si el derecho de propiedad está sujeto a ataques permanentes, invasiones, multas y acoso de las instituciones que deberían propiciar su desarrollo y estabilidad. Tiene que aceptarse que el derecho a la propiedad que pauta la constitución en su artículo 115 es inviolable y que los ciudadanos pueden invertir en propiedad rural sin temor a ser despojados y acosados. Es una absoluta e imperiosa necesidad que los casos como “Franklin Brito” no se repitan porque en realidad el presunto acosador fue el propio Estado, el culpable del despojo de su propiedad y de su muerte.

El derecho de la propiedad es una condición base, como también la posibilidad de acceder a modalidades públicas y privadas que garanticen el financiamiento de las pequeñas, medianas y grandes explotaciones agrícolas. Si de alguna utilidad pueden tener los beneficios del petróleo esto debieran orientarse a proveer fondos de inversión para apuntalar los miles de explotaciones agrícolas que subsisten en la miseria o sólo desenvolviéndose con “pulmón propio” como suelen calificar la ausencia de acceso al financiamiento.  Ha sido una falacia manejada perjudicialmente el asumir la poca capacidad de responder al financiamiento de las explotaciones agropecuarias. Hay que aceptar que existe una sobrevaloración de riesgos en el financiamiento al sector rural cuando la experiencia muestra claramente que las catástrofes ocurren esporádicamente con una gran diferencia de años entre cada suceso. Igualmente se tiende a ponderar negativamente una presunta morosidad excesiva del sector rural para responder a las exigencias que imponen las políticas crediticias, sin embargo, el hecho comprobado y los datos evidencian que el cumplimiento de las obligaciones de este sector es semejante con otras carteras y modalidades de financiamiento

Ningún país del mundo ha logrado superar la pobreza y logrado avanzar hacia mejores condiciones de vida de su población si no tiene el soporte de la producción interna de alimentos y cuenta a la vez con la expansión de la agricultura familiar como proveedora de alimentos y bienes de consumo que no se pueden suplir con acciones populistas del estado. Se ha ignorado que las explotaciones de agricultura familiar representan más de 90% de todas las explotaciones agrícolas del planeta y producen 80% de los alimentos del mundo en términos de valor. La agricultura familiar se refiere a todos los tipos de modelos de producción familiar, agrícola, forestal, pastoral y acuícola. Hay aproximadamente 608 millones de explotaciones agrícolas en el mundo. 95% de las explotaciones familiares tienen una superficie inferior a 5 hectáreas. 

En esta vía o camino para superar la pobreza y fortalecer la ruralidad es imprescindible reconocer la importancia de las instituciones intermedias que representan diversas asociaciones de productores de los distintos rubros agrícolas, estas organizaciones tienen que gozar de la libertad de definir sus proyectos de negocios de forma independiente relacionándose con unos organismos públicos convertidas en instituciones al servicio de los productores, apoyando y facilitando su acceso a los mercados, gestionando oportunidades de financiamiento de sus miembros y supliendo o aportando planes públicos de mejoramiento de capacidades de los productores, favoreciendo además la agilización en el acceso a mercados nacionales e internacionales y a vías de comunicación accesibles todo el año para la población rural.

Es importante recalcar que Venezuela nunca derrotará la situación de pobreza que oprime a la mayoría de su población si no asume como una premisa fundamental el desarrollo rural integral en la mayor parte de nuestro territorio y si no se expande la agricultura familiar productiva y rentable como una vía para abastecer el país y proporcionar ingresos a una gran mayoría de familias que podrían retornar a la actividad agropecuaria si tienen la seguridad de que sus propiedades serán respetadas, si cuentan con acceso a financiamiento para poner en marcha su actividad productiva, además con apoyo de instituciones públicas en materia de capacitación, acceso a servicios básicos como vías de comunicación transitables y con mantenimiento seguro y acceso a la electrificación y al agua potable. 

No podemos seguir de espaldas a las oportunidades de desarrollo rural en Venezuela como un real antídoto contra la pobreza y la mejor respuesta a la marginalidad urbana que rodea nuestras principales ciudades, una población en su mayoría con muy escasas posibilidades de integrarse al mundo urbano. Si alguna experiencia nos queda de estas últimas décadas es que la pobreza no se resuelve con donativos, solo se resuelve cuando los hogares venezolanos tienen acceso y oportunidades de ingresos, empleos y salarios que puedan cubrir las aspiraciones como país verdaderamente en proceso de crecimiento.

No es utópico pensar que un país petrolero como Venezuela tenga por primera vez en su historia reciente que voltear la mirada hacia las oportunidades del mundo rural que cubren la mayor parte de su territorio. El recurso petrolero debe contemplar como uno de sus grandes objetivos contribuir a financiar el retorno de la ruralidad, no como signo de atraso, sino de progreso y bienestar. Los recursos que hoy se emplean en bolsas y bonos debían reorientarse de forma progresiva al desarrollo de la ruralidad como un mundo de oportunidades de crecimiento y bienestar tal como como ocurre en países de alto desarrollo y muchos otros que han logrado superar la pobreza con el respaldo de un sector agrícola productivo, rentable, generador de beneficios para la sociedad en su conjunto, como muestra de que se puede constituir una conjunción positiva del mundo urbano y el rural.

“"Produce una inmensa tristeza pensar que la naturaleza habla mientras el género humano no la escucha. "

Victor Hugo

Tomado de El Nacional / Caracas.