Jesús Seguías
/ Opinión
Ha fallecido
Alfredo Díaz, ex gobernador de Nueva Esparta, pero especialmente mi amigo
eterno. Murió encarcelado en El Helicoide de Caracas. El gobierno informó a sus
familiares que fue víctima de un infarto en la madrugada de hoy, sábado 6 de
diciembre.
No tengo
ninguna razón para poner en tela de juicio la versión oficial. Lo único que sí
sé es que era un empedernido deportista. Sus familiares afirman que no tenía
antecedentes de enfermedades cardiovasculares. Era un guerrero lleno de
energía, y era un hombre de paz.
No era un
político radical con propuestas violentas. Una de las virtudes que le reconocí
como líder político venezolano era su capacidad de interactuar con los
chavistas con el mismo respeto y afecto que tenía hacia los
acciondemocratistas. Me consta personalmente. Así era cuando lo conocí hace
muchos años. Era de los pocos líderes opositores que comprendía que el odio y
la venganza debían estar fuera de la agenda política en Venezuela. Era un líder
excepcional.
¿Cuál era la razón por la cual Alfredo debía estar encarcelado, al igual que la mayoría de los opositores que están presos en Venezuela desde 2024? Hasta ahora solo existen acusaciones genéricas. Muy pocos (o ninguno) de ellos ha pasado por un debido y justo proceso legal.
Es hora de
llegar a acuerdos para liberar a cientos de venezolanos encarcelados
innecesariamente. La inmensa mayoría -por no decir ninguno- representa una
amenaza real para la seguridad del estado. La paranoia indiscriminada no puede
desplazar a la serenidad que debe prevalecer en quienes conducen al gobierno,
sobre todo cuando se quiere evitar una tragedia en el país.
Llegó el
momento de discutir un nuevo pacto nacional. Pero de eso no voy a hablar en
este momento. Lo único que sí sé es que esos presos no se alimentan bien, no
tienen controles médicos rigurosos, la depresión, la ansiedad, la desesperanza,
la impotencia que sienten por estar presos injustamente, aislados de sus
familiares, los están matando lentamente. Y eso también puede estimular
infartos hasta en personas que han llevado una vida sana.
Esos presos
deben ser liberados cuanto antes. Y en Venezuela debe haber una amnistía
general sin excepciones, o sea, incluyendo a los miembros del gobierno
penalizados internacionalmente. Es un acuerdo ganar-ganar urgente que
beneficiará a toda la nación.
Y esa
amnistía general, al igual que la transformación de la calidad de vida de los
venezolanos, importa más que los proyectos personales y obsesivos de algunos
políticos empeñados en ser presidente, y que están agravando más la crisis del
país. Es hora de la sensatez, la sabiduría y de pisar tierra. Está
confrontación política no la va a ganar nadie.
Un fuerte
abrazo a Leynys, su esposa, y a todos los hijos y familiares de Alfredo.
Que Dios te
bendiga y te guarde eternamente querido Alfredo. Jamás te olvidaremos.
6 de
diciembre 2025
