Por Juan Carlos Morales Manzur
La corona de Bolívar es una de las más hermosas joyas
obsequiadas al Libertador durante su gesta heroica por el continente. La corona
es conocida como "La Guirnalda de Cuzco".
En febrero de 1825 el Libertador empezó un recorrido por las
provincias peruanas rumbo al Alto Perú recibiendo ovaciones en cada pueblo que
entraba.
Al arribar el Libertador y su comitiva el 21 de junio a La Raya, límite entre los departamentos de Puno y Cuzco le fue entregada por la municipalidad una corona de laurel de oro, con 47 hojas entrelazadas, 23 en la sección derecha, 22 en la izquierda y dos en el centro; el frente adornado con un gran sol figurado, con 60 chispas de diamante, 55 en los rayos interiores y 31 alrededor del rostro; de sus lados penden 49 perlas barrocas y la parte posterior se cierra con un lazo tejido en el mismo metal y rematado con una media luna, que tiene a su vez tres diamantes grandes y cuatro chispas.
Según cuenta la historia, a pesar de la negativa de Bolívar
de ser "coronado" la gente insistió y le fue puesta su corona en un
gran acto público, al momento el Libertador la quitó de su cabeza y la puso en
la del Mariscal Sucre diciendo que era él quien la merecía.
Sucre aceptó la corona pero insistiendo que no la merecía la
entregó al Congreso Colombiano aludiendo “Que aquella joya correspondía
únicamente a los representantes del pueblo de Colombia, que le habían enviado
al Perú para vengar los ultrajes inferidos a los antiguos hijos del Sol”. El
Senado Colombiano aceptó la corona y la destinó al recién fundado Museo
Nacional de Colombia en donde aún se encuentra.
¿Conocías esta historia?
