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24 septiembre, 2018

Carúpano de ayer y hoy

Por Cesáreo Espinal*
Tomado de emisora Costa del Sol FM                                               
 Tierra del amor y la constancia
No dejo de recordar con el alma y sentimientos profundos a nuestro Carúpano, donde vi la luz de mi existencia, la tierra de mar abierto del amor y la constancia, “puerto oculto entre follajes”. Carúpano,  sentimientos de vida eterna de nuestro abrazo fraterno de ayer en su tranvía, el cable submarino, los vapores en el puerto, el funicular, de sus artesanías, industrias y comercio de exportación y lo que hoy se vive, pero somos resilientes ante las adversidades en el horizonte promisor que nos devolverá Santa Rosa de Lima, Santa Catalina de Sena, Santa Teresa y el padre Dios todo poderoso, el don de gente, el ahinco para el trabajo y en la alegría de los aguinaldos, del carnaval internacional,  siempre con los brazos abiertos para nuestros hermanos de Córcega, Italia, del medio y lejano oriente, de Alemania y de todas partes del mundo, porque en Carúpano, nunca se ha usado la palabra extranjero sino manos amigas en el camino de la vida. Ciudad que ha dado lumbre de honor a generaciones orgullosas y de familias que se radicaron en esa tierra, como dice mi distinguida amiga Elisa Arráiz Lucca “Te pienso en el puerto”. Transitaron, convivieron y conviven en sus descendientes carupaneros de corazón: Orsini, Lucca, Venturini, Mussa, Cervoni, Levy, Muzzioti, Blasini, Benedetti, Boschetti, Otaola, Benacerrah, Font, Arveloa, Saleh, Dautan, Guiliani, Angrisano, Buloz, Prosperi, Cerisola, Narciso, Tatá, Angeli, Kramer, Montagioni, Bertoncini, Paván, Fejure, Nasin, Bianchi, Michelli, Santelli, Franceschi, Sujú, Tang, Kassisi, Saladino, Merle y tantos otros apellidos que adoptaron a Carúpano.
Dignos ejemplos de amor, de trabajo y de familia, que algún día, allá en el cerro del faro, se debería erigir un monumento de recuerdo inolvidable de esos también fundadores de Carúpano. Pero hoy, ¿dónde está Carúpano de ayer? Sin aeropuerto, cuando llegaban hasta cinco vuelos diarios, hoy sin agua potable y luz permanente, sin comida, sin medicina, sin trabajo, con inseguridad, drogas, desorden e irrespeto. Que falta hace el abrazo fraterno de aquellos tiempos donde nos llamábamos “primos”, saboreábamos el esnobol de jovito del río, de coco papelón, las empanadas de cazón y de chorizo, el ron de ponsigué en diciembre, los pasteles, el consomé de chipichipi y toda esa gastronomía carupanera. Carupaneros, unidos por vínculos genéticos y de amistad con los carupaneros nacidos en otras tierras, pero tenemos aún tiempo al felicitar el rescate con la pléyade de amigos de su museo histórico, del recuerdo a Andrés Mata y de Luis Mariano y “volver a empezar” en Carúpano, tierra del amor y la constancia.
*cjev@cantv.net