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21 marzo, 2012

Erradicando el mayor campo de bombas del mundo



Reconocimiento a la mujer saharaui en el día de la mujer, Hijas de la Arena
“Para ellas es un gran desafío, y al mismo tiempo una muestra de la fuerza de la mujer saharaui. Estamos orgullosos de ellas” Ahmed Sidi Ali, director de LMA en el Sahara Occidental.



Redacción de Entre Todos. Basado en entrevista para El Espectador de México.
Todos los días, Toufa, Chaia y Mariam arriesgan su vida para desactivar algunas de las 10 millones de minas personales que hay en los 2 mil 700 kilómetros que mide el “muro de la verguenza” en el Sahara Occidental.
“Antes de comenzar este trabajo, no tenía ni idea de que hubieran tantas minas en nuestra tierra”, dice Mariam, de 23 años y mirada firme. “Nunca en mi vida había visto una mina de cerca, a lo sumo en la televisión”, asegura Toufa, enfundada en una melfa rosada, el traje tradicional de la mujer saharaui.
Vigilado permanentemente por 165.000 soldados armados hasta los dientes, el muro del Sahara está considerado como el mayor campo de minas del mundo. Desde 2006, la ONG británica Landmine Action (LMA) lucha para recuperar este territorio martirizado por las bombas.
“Mis amigas se sorprendieron cuando les dije que iba a trabajar aquí y en este proyecto”, recuerda Toufa, de 28 años. “Alguna me dijo que podría ser peligroso, pero al final tanto ellas como mi familia entendieron mi elección”. Toufa y Mariam se enteraron del programa de LMA por un anuncio de la radio saharaui.


En total, seis mujeres operan en la sede de LMA: tres en desminado y tres en administración. Su presencia responde al deseo del gobierno saharaui en el exilio de fomentar la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres.
Chaia tiene 29 años y trabajaba como enfermera. Se enteró del proyecto por un amigo. Está divorciada y tiene una niña de 9 años que estudia en Argelia, como muchos niños saharauis. “Sabemos exactamente la hora de cada explosión, nos la comunican vía radio”, afirma Chaia. “Conocemos a la perfección todas las medidas de seguridad. No hay que tener miedo”, agrega Mariam.
Estas tres mujeres saharauis trabajan ocho semanas y descansan dos para ver a su familia; han dejado su mundo para enrolarse en un proyecto muy arriesgado. Las mueve un fuerte compromiso patriótico. “Queremos ayudar a nuestro país y salvar vidas”, dicen.
Dejó algún novio en los campamentos? Toufa baja la Mirada y susurra: “son cosas íntimas”. Nayat, la secretaria, 24 años y una belleza penetrante, se echa a reir a carcajadas: “Yo no tengo novio, pero si algún día hay boda aquí en Tifariti, te invitamos”.
Antes de despedirse, afirma con solemnidad: “Espero que los lectores divulguen nuestra labor entre sus amigos, entre los que ignoran que aquí hay un país que lucha por la justicia y la independencia”.
La UNMS (unión nacional de mujeres saharauis) hace un llamamiento a todas las mujeres del mundo para que les den su apoyo en la lucha por el derecho a la independencia y a la autodeterminación de su pueblo, a través del esperado referéndum de Naciones Unidas.
Mientras tanto, La mujer saharaui hace oír su voz a través de los foros internacionales, sigue trabajando cotidianamente, soportando el calor intenso de los días y acunando sus sueños bajo el bellísimo cielo estrellado del desierto y Toufa , Chaia y Mariam desminan la Tierra Prometida.