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14 septiembre, 2010

REMINISCENCIAS



Gerardo González Blanco
ggonzalezblanco@yahoo.com

Cuando Chávez aparece ante la audiencia nacional en febrero de 1992 después del fracasado e inepto intento de golpe de Estado, en el mundo político estaban ocurriendo dos acontecimientos de dimensión extraordinaria. Por una parte, unos meses antes, aquel inmenso experimento de cambio social que en una época fue la Unión Soviética y su intención de resolver los conflictos de una sociedad a través del socialismo extremo o comunismo, casi súbitamente se derrumbó, estrepitosamente, como consecuencia de la corrupción y los increíbles errores perpetrados por Stalin y la caterva de dirigentes descerebrados que le sucedieron.

Por la otra parte el capitalismo occidental acaudillado por ese dueto tenebroso y genocida que fue Reagan y la Thatcher de inmediato se atribuyó la victoria sobre el “Imperio del Mal” y comenzó la implantación mundial de una de las tendencias mas nocivas y letales que ha originado el ser humano, me refiero a esa atroz forma de dominación absoluta de los grandes capitales sobre los estados soberanos que se conoce como “Globalización”. No hubo barreras que se opusieran a esta aplanadora concertada entre el poder militar de las grandes potencias y los barones del gran capital. Al poco tiempo, sectores que eran sacrosantos y de dominio exclusivo de los estados, como fue el triste caso de las telecomunicaciones, cayó en manos del capital privado. Hubo casos extremos como Chile por ejemplo que privatizó y entregó al sector privado hasta la manera de hablar, a cambio de servir de vitrina demostrativa de los “éxitos” del neoliberalismo como también se llamó a esa ola de exacciones. Como se quiera ver, veinte años después de la caída del modelo comunista, en el mundo hay mas desempleo, mas pobres, mas hambrientos, menos estados soberanos pero eso si, hay mucho mas súper ricos y multimillonarios.

Aquí en nuestro pobre país, para esa época, esa comandita nefasta que formaban los llamados partidos del sistema y la burguesía parasitaria del Estado estaba haciendo aguas por todas partes, ya no daban para más. De ahí en adelante lo que vino fue una bochornosa declinación que entre otras cosas demostró palmariamente que los teóricos del neoliberalismo de CAP y Caldera II eran unos payasos repetidores de la basura que venía de sus héroes de la escuela de Chicago. Entre ellos el bocazas Petkoff que luego de su inverosímil voltereta ideológica, también la cagó cuando tuvo el enorme poder que detentó cuando Caldera II. Terminó muy rico y con un periódico que nadie sabe como se mantiene y contento de que los dueños del circo lo consideren un político de la “izquierda moderada”; no sé, pero si a mi me llamaran así les diría que más “moderada será su madre”.

Es en ese fértil campo ideológico que en una hábil maniobra Miquilena convence a Chávez para que participe en las elecciones venideras y nace lo que se ha venido llamando movimiento chavista o chavismo. Yo confieso que luego de conocer al tercio en una oficina que el viejo Miquilena tenía en la Av. Fuerzas Armadas, me dediqué con bastante intensidad a aportar ideas sobre lo que más convenía al país. Al Chávez de la época, con 30 kilos menos, ya sin aquel cursi liqui-liqui verde y una tonelada de humildad en su discurrir, era fácil perdonarle su ignorancia y absoluta falta de formación teórica.
Como en todos los grupos aluvionales congregados alrededor de una posibilidad de llegar al poder allí había de todo: gente seria y competente, logreros, jala bolas e impostores por montones y una caterva de resentidos sociales conformados mayormente por esa infausta promoción de la muy desacreditada UCV a la que el rector Edmundo Chirinos llamó la “Generación Boba”. El más conspicuo era esa cosa que ocupa la vicepresidencia; vacío, resentido, mendaz incompetente como pocos y amigazo de los reales de otros. Por desgracia para el país, la generación boba es la que está mandando; los bobitos malamañosos y los rapaces militares tienen a la pobre Venezuela pasando más trabajos que ratón en “saco ´e clavo”.

Pero hay algo que no olvido de aquella feliz temporada. En todas las soluciones que ilusamente presentábamos para cada uno de los problemas nacionales que había que desarrollar siempre se tenía en cuenta que no era posible seguir ni el camino del servil modelo chileno ultraliberal ni mucho menos el del recién descalabrado modelo comunista; y por supuesto combatiendo al máximo el flagelo de la corrupción y campante para ese tiempo.

Siempre citaba la frase atribuida a un primer ministro sueco de comienzos del siglo XX “producir riquezas como capitalista y distribuirlas al pueblo como buenos socialistas”. Ya para esa época los suecos que venían de uno de los regímenes monárquicos más desastrosos y donde había un abierto sistema feudal se dieron cuenta de que era imposible para ningún gobierno hacerlo todo. Era necesario buscar un inteligente equilibrio entre los diferentes actores en una sociedad. Y mire que lo lograron, en cuestión de medio siglo esas sencillas premisas convirtieron a Suecia en una notable potencia militar, tecnológica y económica. De un pueblo que se moría como moscas de viruela y tuberculosis y que cerca del 2% de su gente emigraba anualmente, pasaron a ser un ejemplo para el mundo.

Nunca en mis inicios chavistas se pensó en esos disparatados esquemas que están llevando el país a un desastre. Nadie hablaba de comunas, cooperativas, consejos comunales ni nada que lo pareciera. El ordenamiento que va desde los concejos municipales hasta el poder central era más que suficiente. Nadie pensó jamás en que el Estado lo produciría y controlaría todo, sobre todo, porque estaba muy reciente el derrumbe soviético que también lo había intentado. Ese no era ni es el camino.

Doce años más tarde el desastre de la IV República, se ha magnificado. PDVSA se enorgullece de gastar el 75% de su presupuesto en vainas sociales y que la inversión petrolera es mínima. Para colmo, no sólo son malos y ladrones en el asunto petrolero sino que en la función alimentaria el informe del malandrín Villanueva reconoce que solo el 18% de lo negociado llegó al país, el resto no ha llegado ni llegará. Se lo robó de la manera más alevosa la mafia de Ramírez. Ese Ministro Ramírez merece que le quemen el culo en uno de los mechurrios que todavía funcionan como premio a su desastrosa gestión, bueno, que se lo quemen después de quitarle a él y a su mafia la plata que se robaron.

La poca producción agropecuaria que había hace 12 años desapareció. Ese eslogan hipócrita de la autosuficiencia o soberanía alimentaria es una verdadera patraña en un país que importa más del 75% de lo que se come.
Ahora tenemos más del doble de los ministerios existentes en 1999. El sistema de justicia es deplorable, la inseguridad es dramática, la inflación imparable, el movimiento sindical es una parodia de los sindicatos verdaderos, la corrupción inmensa, descarada e inocultable, el sólido capital político de Chávez en el exterior ya no existe y para colmo los ladridos del presidente ya no asustan a nadie . ¡Qué buena vaina! La verdad es que nunca imaginé que ese chavismo primigenio al cual me adherí con ardor, deviniera en ejemplo perfecto del Dictum de Lord Acton: “El poder corrompe pero el poder absoluto corrompe absolutamente”.